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No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Se llevó a cabo la edición vigésimo séptima del Maratón Internacional Lala. Fue como cada año: un éxito, y más que eso, fue un gratísimo acontecimiento.

Hace ya casi treinta años, don Ramón Iriarte Maisterrena, hombre ligado profundamente a la historia de éxito que hoy es Lala, empresa lechera emblemática de La Laguna toda, logró materializar la idea de organizar y patrocinar un maratón.

Esa idea de las casi tres décadas, hoy es una memoria de éxito y satisfacción, orgullo y dignidad de miles y miles de mujeres y hombres que han cumplido y recorrido la extenuante prueba.

Así apenas el domingo pasado, Lala lo volvió a hacer. 5 mil participantes tomaron la largada. El paso del tiempo ha ido consolidando la calidad de la prueba, y con orgullo, los años no han hecho otra cosa que comprobar que acá cuando se quiere, las cosas se hacen bien. Las cosas se hacen muy bien.

Ahora no fue por supuesto la excepción, aun con la complicación y el costo que eso significa, desde el año pasado, cuando la empresa organizadora registró que el cupo que habría ofrecido para 4,500 participantes no era ya suficiente, puesto que las inscripciones para participar se agotaron semanas antes, el cupo se amplió para este año.

Así entonces el domingo pasado y asumiendo el costo que ello significa, -porque me atrevo a aseverar que a Lala el maratón le cuesta, y le cuesta millones- ahora cinco mil tomaron la salida. La verdad es que desconozco cuántos lograron culminarla, me atrevo a calcular que fue la mayoría; por supuesto la conclusión de cada uno de ellos es una historia de éxito, de un gran éxito.

Lo más agradable de todo ello es que esas historias exitosas que a la postre son experiencias de vida, se construyen en nuestros suelos, en los suelos laguneros. Ahí radica el papel trascendental que Lala ha asumido en participar en eso en la vida de muchos laguneros, y por supuesto de muchos foráneos que acuden a estas tierras a cumplir con esta prueba atlética que pone al límite la capacidad física de todos aquellos que participan en ella.

Lo peculiar de la edición del domingo pasado a diferencia de la ocurrida del año pasado, es que el clima ofreció al inicio de la justa una temperatura más benigna que la de la edición del año pasado, donde inusualmente el termómetro indicó más de los 20 grados. Un calor inusual.

Y aunque el arranque fue más benigno, al paso de las horas la cosa fue cambiando. Y el sol de aquí hizo lo que aquí es común: calar, quemar, atormentar.

Para los grandes atletas la exposición a los rayos del sol no fue un tema, pues antes de las diez de la mañana su grandioso esfuerzo había concluido. Para llegar en esos tiempos, no se puede hablar más que de personas de carácter de hierro.

El común de los mortales vivimos otra historia. Aunque no había más de catorce grados al momento del disparo de salida, los rayos solares vaya que desgastaron. Hay quienes dicen registrar que desde que el grueso del pelotón dobló la Agustín Castro de Gómez Palacio hacia Lerdo, por el bulevar Miguel Alemán, el sol anunciaba que iba a machacar. De ahí "pa'l real".

Cada quien entonces empezó a construir su historia final que se cristalizó en el bosque Venustiano Carranza. Nuestro bosque.

Qué bueno que en La Laguna pasen cosas como el Maratón Lala. Con lo controversial y presuntamente ecológicamente criticable que pueden ser los proveedores del principal insumo de esta emblemática industria de la región. Claro que siempre debe ser sometida a la ley esa empresa, como todas las personas físicas y morales que existen.

Sólo que también hay que hacer énfasis, además de la responsabilidad social, que también cumple con creces con su fundación y sus ayudas, también regala un maratón que a centenares y miles, nos cambia la vida. Gracias.

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