La historia de la humanidad, registra grandes amores que llegaron hasta la muerte o la locura, por mantenerse unidos.
Así, nos encontramos con amores como, el de Romeo y Julieta; Eloísa y Abelardo; Tristán e Isolda, entre otros muchos.
Todos escribieron episodios de pasión y amor desmedido, y por ello pasan a las páginas de la historia o a las de las grandes novelas.
Hoy, por ser día del Amor y la Amistad, recordaré uno de esos amores, sucedido en el siglo pasado y porque mi hija Laura Leticia, me lo pidió. Escribir sobre Edith Piaf, cuyo nombre original era: Edith Giovanna Gassion, nacida en París, en el 1915.
Aprendí a amar a Francia al través de mi amigo y maestro Manuel García Peña, quien estudió su maestría en aquel país, hablaba pulcramente el francés y cantaba muy bien.
Había oído de la Piaf, pero cuando realmente la aprecié fue cuando Manuel me habló de ella. Después todo fue placer al escucharla cantar.
Abandonada por sus padres, se crió en un burdel de París, gracias a la bondad de una de las mujeres que ahí trabajaban.
Se ganaba la vida cantando en las calles, hasta que la escuchó cantar Louis Leplée. Propietario de un elegante cabaret citadino, donde la contrató para cantar. Era conocida como "Môme Piaf" (pequeño gorrión).
Era baja de estatura, de complexión delgada y más bien feíta. Era, como diría mi madre: "muy poquita cosa".
¡Ah!, pero donde abría la boca para cantar, embelesaba a cualquier audiencia.
Su vida fue una secesión de desgracias. A los 16 años, tuvo una hija que murió dos años después y eso la marcaría para el resto de su vida.
Tuvo muchos y grandes amores, pero las drogas y el alcohol acabaron por consumirla.
Sin embargo, la parte grata de su vida llega cuando se casa con Theo Lambukas, un griego como veinte años más chico que ella. Sus amigos le decían que no se casara que un matrimonio así estaba condenado al fracaso; que aquel hombre iba sólo por su dinero. Pero ella no le hizo caso a nadie y se casó.
Pues resultó que el tal Theo, no sólo la adoraba, sino que la cuidó amorosamente durante sus últimos años, cuando se enfrentó a un cáncer que al final acabó con ella.
Al morir la Piaf, el griego no sólo no heredó nada, sino que lo único que le dejó Edith fueron deudas. Pasó más de siete años de su vida pagando los compromisos dejados por Edith y cuando terminó de pagarlo, simplemente se suicidó, porque "sin ella no puedo vivir".
Entre las canciones más emblemáticas que cantó están: "La vida en rosa" y "No me arrepiento de nada". La primera de ellas se la escuché cientos de veces a Manuel, pues se podría decir que era su canción preferida.
El amor de Theo, por Edith, fue un amor digno de una novela y no dudo que los hayan enterrado juntos.
No sólo entre los grandes personajes de la historia, existen amores tan fuertes que traspasan las vidas de sus protagonistas. Y de esos amores se pueden encontrar en la vida diaria.
Hoy festejemos el amor y alegrémonos de haberlo conocido en esta vida; así como de tener amigos que nos la hacen más llevadera.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".