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Guerra racial en puerta

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Poco después de ser arrestado Dylan Roof, el asesino de nueve feligreses afroamericanos de la Iglesia Madre Emanuel, declaró sin reticencias que con su despiadada acción buscaba "iniciar una guerra racial" en los Estados Unidos.

No anda lejos de la verdad este joven blanco de 21 años de Carolina del Sur, porque lo cierto es que los preparativos para dicha guerra arrancaron en los años recientes con los crímenes de negros cometidos por policías en Ferguson, Cleveland, Baltimore, Nueva York y Dallas.

La violencia racial que sufre el vecino país del norte tampoco es exclusiva de los afroamericanos, la población de origen latino además de la asiática, la musulmana y la indígena, sufren constantes agresiones por parte de la raza blanca norteamericana.

Las razones son muy complejas e históricas, Barack Obama aseguró que su país no está "curado" de su "legado de esclavitud y discriminación", pero luego intentó justificar que parte de esta matanza se debió a la facilidad de adquirir armas.

Por cierto, la pistola que utilizó Roof para ejecutar a los feligreses fue un regalo de su padre por su reciente cumpleaños lo que significa que en este caso no fueron las leyes las culpables de esta matanza, sino la imprudencia de su progenitor.

Obama se vio desesperado al hablar sobre el trágico suceso en la iglesia Episcopal Metodista Africana porque a lo largo de su mandato el racismo se ha convertido en uno de los principales problemas internos de su país.

La paradoja es terrible: mientras Estados Unidos inicia guerras e invade países para defender la democracia y la libertad de las naciones, en su propio territorio se cometen crímenes de odio en contra de latinos, negros, asiáticos, musulmanes e indios.

Lo ocurrido en la parroquia Mamá Emanuel el miércoles 17 de este mes no es poca cosa, se trata de la mayor matanza racista en los Estados Unidos de los últimos noventa años.

Fue en marzo de 1921 cuando 300 afroamericanos fueron ultimados en Tulsa, Oklahoma, por parte de un grupo radical que como observamos siguen bien presentes.

Durante su demencial actuación, Dylan Roof externó a sus víctimas que "he venido aquí a matar negros" y como muestra de su perversa mentalidad le dijo a una mujer que la dejaba libre "para que cuentes lo que pasó".

Entre las víctimas figura el pastor Clementa Pinckney de 41 años, quien era además senador estatal de Carolina del Sur y con vínculos políticos con los Obama.

Su muerte, al igual que las otras ocho de parroquianos, conmocionó a los Estados Unidos, sin embargo y como suele suceder con tan graves incidentes, será difícil que se tomen las medidas urgentes y necesarias para combatir esta ola infame de violencia racial.

La gobernador de Carolina del Sur, Nikki Haley, pidió al poder legislativo retirar la bandera de la Vieja Confederación como una muestra de respeto a las víctimas de la histórica iglesia Mamá Emanuel.

Esta bandera fue enarbolada por el asesino Roof durante su sangriento ataque además que está asociada con la época de la esclavitud en Norteamérica.

Instituciones como las tiendas Walmart tomaron la decisión de retirar artículos y juguetes donde aparece la bandera confederada de fondo rojo y una cruz azul con estrellas blancas.

En las últimas dos décadas se han registrado al menos 25 matanzas espeluznantes en los Estados Unidos, tanto en escuelas, universidades, cines e instalaciones militares como en lugares públicos.

Las de mayor impacto fueron la ocurrida en la universidad de Virginia Tech donde fueron asesinados 32 estudiantes; la masacre de veinte niños y seis profesores en una escuela de Newton, Connecticut; y la registrada en el cine de Aurora, Colorado, con un saldo de 12 muertos y 58 heridos.

Pero anímicamente es por demás probable que este sangriento suceso de Charleston se convierta en el más importante y el que además desate las mayores consecuencias políticas y sociales.

Algo parecido al movimiento que encabezó Martin Luther King en la década de los 60 y que logró grandes conquistas para la raza negra norteamericana.

Aunque la población afroamericana representa sólo el 12 por ciento, su peso en la vida diaria de Estados Unidos es impresionante en todas las áreas como el deporte, la música, la cultura y la política.

Sin embargo, permanece en ciertos sectores de la población blanca un sentimiento soterrado de odio y rencor no sólo en contra de los negros sino de todas las minorías que no se ha erradicado a pesar de nuevas leyes y de promover una cultura de respeto y tolerancia hacia todas las razas.

Acciones prontas y efectivas tendrán que tomarse al interior de Estados Unidos para acabar de una vez por todas con este aberrante racismo por demás inaceptable e incomprensible en los albores del siglo XXI.

Retirar banderas confederadas es una medida cosmética e irrelevante, se requiere hacer justicia cabal en tantísimos crímenes de odio ocurridos en los últimos años y revisar las innumerables prácticas discriminatorias que se ejecutan día a día en la Unión Americana.

El racismo se inicia al ingresar a territorio yanqui y tal sentimiento se extiende a escuelas, centros de trabajo, universidades, fábricas y tiendas comerciales.

La masacre de Charleston podría ser un parteaguas que obligue a cambiar a la sociedad vecina. Pero si no se toman las medidas pertinentes, Dylan Roof logrará su propósito de iniciar la guerra racial que está en puerta.

Comentarios a jhealy1957@gmail.com

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