El artista francés henri de Toulouse-Lautrec en su estudio. (Foto: EFE)
Reconocido por sus carteles, grabados e ilustraciones, que lo colocaron como el gran cronista de la capital francesa a finales del siglo XIX y un gran renovador de la plástica, el artista Henri de Toulouse-Lautrec, quien nació hace 151 años, sigue siendo un referente del arte universal.
El creador de obras reconocidas en todo el mundo, como La Goulue du Moulin Rouge, Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec nació el 24 de noviembre de 1864 en Albi, Francia, en el seno de una familia aristocrática, cuyos padres eran primos hermanos y ostentaban el título de condes de Toulouse.
Cuando Henri tenía cuatro años nació su hermano Richard Constantine, quien falleció un año más tarde, y debido a inestabilidades en su familia el cartelista quedó al cuidado de una institutriz.
Más adelante, a la temprana edad de ocho años, Toulouse-Lautrec se trasladó a París con su madre, lo que le permitió iniciar sus estudios en el Lycée Fontanes, sitio donde tomó sus primeras lecciones de dibujo con el pintor René Princeteau (1843-1914).
LUCHAR PARA VIVIR
El sitio electrónico www.artehistoria.jcyl.es apunta que en 1874 Henri comenzó a manifestar sus primeras dificultades motrices, aquejado por un desorden genético conocido como picnodisostosis, provocado por la consanguinidad de sus padres, el cual afectó el desarrollo de sus huesos.
A esta enfermedad se sumaron dos graves caídas que provocaron la fractura de los fémures de ambas piernas, lo que provocó que no alcanzara una estatura normal y llegara a medir sólo 1.54 metros.
Para 1883, el joven Toulouse-Lautrec ingresó a la academia privada del pintor Fernand Cormon, lugar donde conoció a Émile Bernard y Vincent Van Gogh.
Entre las obras que realizó durante esa época destaca El joven Routy; además, participó en la división de los impresionistas y se guió más por la pintura de Edgar Degas, quien desarrollaba obras con temática más urbana.
El artista también fue atraído por la pintura de Jean-Louis Forain (1852-1931), en la cual se observan escenas de camerinos, prostitutas, cafés y algunos artistas.
LOS INICIOS
En 1885 abrió un taller en Montmartre, un barrio famoso por su vida bohemia, la cual se vivía en sitios como Moulin de la Galette, Moulin Rouge y el circo Fernando, entre otros.
Toulouse-Lautrec abandonó su estilo convencional para convertirse en pintor de la modernidad, al formar parte del movimiento artístico conocido como neoimpresionismo, en el que retrató el mundo nocturno.
Sus influencias más notorias eran la pintura de Edgar Degas, James McNeill Whistler, la estampa japonesa y las obras del pintor italiano Paolo Ucello.
En el cabaret Moulin Rouge, el pintor se encargó de producir una serie de carteles, los cuales eran exhibidos en el vestíbulo del inmueble. Además, inmortalizó con su pintura a la cantante Yvette Guilbert y a la bailarina de cancán Louise Weber, conocida como "La Goulue".
LOS ESCÁNDALOS
Fue aceptado en los burdeles por las madames y prostitutas, y de acuerdo con el sitio de internet toulouse-lautrec-foundation.org, su modelo favorita era una mujer llamada Rosa (La Rouge), de quien contrajo la sífilis.
El mundo de la prostitución y el lesbianismo son tratados por Henri en sus cuadros, como en el de Las dos amigas.
A partir de 1893 se relacionó con los hermanos Alexandre, Thadée y Louis-Alfred Natanson y su periódico titulado La Revue Blanche, además trabajó como decorador del mundo del teatro.
Desde los 25 años de edad el artista sintió un gusto especial por el alcohol, y en 1897 sufrió su primer ataque de delírium trémens, que lo hizo disparar un revólver contra arañas imaginarias.
EN EL ENCIERRO
En 1899 fue víctima de una serie de manías, depresiones y neurosis, lo que provocó su deseo de quitarse la vida con metileno. Por ello, su familia decidió ingresarlo en un sanatorio por una temporada.
Un año después el pintor decidió trasladarse a Burdeos y, más tarde, en marzo de 1901, sufrió una hemorragia cerebral que le afectó las dos piernas; entonces volvió a París para organizar sus papeles.
A tan sólo unas semanas de cumplir 37 años, Henri de Toulouse-Lautrec murió en la finca de su familia el 9 de septiembre de 1901, a causa de algunas complicaciones derivadas de su alcoholismo y la sífilis.
El pintor, que sobresalió por inmortalizar a la gente en su ambiente de trabajo, dejó como legado 737 lonas, 275 acuarelas, 363 grabados y carteles, poco más de cinco mil dibujos y algunos trabajos de cerámica y cristal de colores.
Henri de Toulouse-Lautrec supo capturar en sus pinceladas, el color y movimiento de la llamativa y agitada vida nocturna de París, principalmente escenas de masas, hecho por el cual su obra sigue vigente hasta nuestros días.