Foto: Archivo Siglo Nuevo.
Existen dispositivos que van mas allá del cuidado del período menstrual que también son amigables con el medio ambiente por ser reutilizables y no contener químicos de tal manera no dañan el suelo y tampoco representan ningún riesgo para la salud.
Las toallas sanitarias y tampones son los productos de higiene femenina que en se han ganado la preferencia de las mujeres al grado de ser concebidas como las únicas alternativas para la protección durante el período menstrual. Sin embargo, debido a su calidad de 'desechables', estos productos tienen un gran impacto en el medio ambiente y en la salud de las mujeres. La buena noticia es que ambos pueden ser reemplazados por dispositivos reusables, como la copa menstrual, un artículo que con los cuidados adecuados puede durar hasta diez años, y la toalla ecológica, cuyo tiempo de vida es de tres años.
RIESGOS DE UNA TRADICIÓN
El cuidado íntimo femenino es un asunto delicado, se debe tener mucha precaución por ser una parte sensible de la anatomía de la mujer, es por eso que siempre se deben elegir los mejores métodos y productos.
Las toallas sanitarias desechables pueden causar alergias, infecciones e irritaciones en la región de la vulva por el roce que genera si se coloca de forma incorrecta y no se cambia periódicamente. Además, los componentes que contienen, como plástico, acrilato, acrílico, PVC y elastómero, pueden ser nocivos a largo plazo.
Una desventaja de las compresas es que son voluminosas y visibles, por lo que resultan incómodas para muchas mujeres, quienes se decantan por los tampones, ya que ofrecen ventajas como mayor discreción, contención (se cambian con menos frecuencia) y facilidad para realizar actividades que con las toallas serían imposibles, como nadar. Sin embargo, si no se utilizan adecuadamente pueden provocar resequedad y heridas leves en las paredes vaginales.
También pueden ocasionar infecciones vaginales y, en casos extremos, un síndrome de choque tóxico, que se genera cuando las toxinas producidas por cualquier bacteria entran en el torrente sanguíneo y se esparcen por todo el organismo provocando inflamación pélvica, neumonía, heridas o incluso abortos involuntarios. Aunque es necesario recalcar que estas afecciones suceden esporádicamente.
Para evitar algunas de las complicaciones que genera el tampón, lo que se recomienda generalmente es alternar su uso con toallas, así como elegir el modelo correcto de acuerdo al flujo menstrual: jamas deberá ser de mayor absorción a la necesaria.
ALTERNATIVAS SUSTENTABLES
Una mujer desecha entre 10 y 16 mil toallas sanitarias, en promedio, durante toda su vida, las cuales tardan en degradarse alrededor de 100 años, ocasionando así un gran impacto ambiental, ya que acaban en canales. Los tampones, por otra parte demoran entre 500 y 800 años en desintegrarse completamente.
Existen otros productos para el cuidado durante el período menstrual como lo es la toalla ecológica confeccionada con materiales naturales a base de algodón. Es muy parecida a lo que usaban las mujeres antes de la aparición de las toallas sanitarias y los tampones antes de la segunda guerra mundial y esto se esta volviendo a retomar porque duran de dos a tres años y su tiempo de degradación es de tan solo cinco años y fertiliza la tierra sin olvidar que su textura alivia los cólicos.
La copa menstrual es otra opción y aunque últimamente se ha puesto de moda, la verdad es que no es ninguna novedad, ya que fue creada en 1930 por Leona Chalmers. El diseño de Chalmers, que se distribuyó bajo el nombre de Tass-ette,consistía en un dispositivo en forma de copa de caucho vulcanizado que se introducía en la vagina durante la menstruación para recoger el flujo. La copa menstrual gozó de cierta popularidad al principio, pero luego se convirtió en un producto no rentable, debido, en gran medida, a los prejuicios culturales de la época, donde la autoexploracion era un tabú y era mal vista por la sociedad. Mientras tanto las compañías que se dedicaban a la venta de toallas y tampones ganaban terreno dejando atrás a la copa menstrual hasta 1980 cuando The Keeper lanzó su modelo al mercado.
Los diseños modernos de la copa menstrual están fabricados con silicona médica o plástico quirúrgico ya que tiene que ser totalmente inocua para no provocar ninguna clase de daño al introducirse en la vagina. Su anatomía, basada en el diseño de los años treinta, se ha mejorado para permitir un perfecto acoplamiento en el canal vaginal a fin de recoger el flujo y evitar derrames sin sacrificar la libertad de movimiento de las mujeres.
La copa menstrual es confortable e higiénica, y dependiendo del flujo de cada mujer, puede aguantar hasta 12 horas sin necesidad de filtrarse. Una vez que se llena se retira para tirar el contenido, luego se limpia y se vuelve a colocar. No es nociva para las paredes vaginales ya que no absorbe solo recoge el flujo y no contiene químicos, además es amigable con el medio ambiente porque no contiene dioxinas ni utiliza blanqueadores como el cloro, además de que con los cuidados adecuados puede ser utilizada durante varios años, reduciendo así la generación de basura.
La copa menstrual cuenta con diferentes medidas dependiendo si la usuaria es mayor o menor de veinticinco años, si ha tenido hijos naturalmente o por cesaría, tipo de flujo y complexión física. Actualmente diferentes compañías las distribuyen como MoonCup, Diva Cup, Lunette, Naturcup o LunaCup, fabricadas en Inglaterra, Estados Unidos, España y México.