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Idus de otoño (Parte 1)

DAVID PÉREZ

En otoño del año pasado se realizaron al menos nueve acciones que daban cuenta de un cierto tipo de movilización social. Según los intereses y enfoques, estas movilizaciones pueden ser consideradas como buenos o malos augurios cívicos.

La creencia generalizada sobre los idus de marzo en la época romana, celebraba la fecha como jornada de buenas noticias, hasta que un asesinato cambió la interpretación de esos días. La muerte de Julio César a manos de un grupo de senadores produjo nuevas interpretaciones de esas jornadas. Entre otras, los idus se transformaron en días en que hay que cuidarse de las desgracias personales, en momentos de revisar los excesos de confianza, jornadas para analizar el círculo más cercano de confianza, etc.

En términos históricos las lecturas son opuestas. Existe quien afirma que se le dio muerte a un tirano, y otros interpretan que con ese asesinato se da la transición de un formato de República a uno de Imperio. A continuación presentamos una lectura subjetiva, condicionada por la participación directa y mediada por la distancia, de qué otra forma se puede contar una historia, de lo que aconteció en el otoño pasado en Torreón.

8 de octubre. Por las calles del centro de Torreón, avenidas Hidalgo y Juárez, para concluir en la Plaza de Armas, se dio una de las primeras manifestaciones ciudadanas para mostrar indignación por lo acontecido días antes en Ayotzinapa. Tomando como punto de partida el proceso electoral de 2006, han pasado 8 años de hechos violentos y de violaciones a los derechos humanos. En ese contexto protestar por la vía pública cobra muchos sentidos.

Se dieron cita maestros, telefonistas jubilados, alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas, familiares de desaparecidos, universitarios de la "Antonio Narro", miembros de distintos colectivos. Los mismos de siempre mezclados con generaciones muy distantes, no a razón de la edad, sino por la forma de estar en el mundo. El sector joven representó una amplia mayoría en esa jornada.

Faltó organización. Se realizaron dos manifestaciones, una en la Plaza de Armas y otra en la Plaza Mayor. No se logró que conjuntaran esfuerzos y poder realizar acciones coordinadas. Nada extraño en una sociedad acostumbrada a que en un asunto frívolo, el futbol, haya dos porras que persiguen un mismo objetivo, pero que tienen visiones irreconciliables que les impide compartir un mismo espacio.

Necesidad de cambiar un paradigma local. Que los que estábamos en la Plaza de Armas nos sumáramos a la manifestación de la Plaza de Mayor, significaba tomar el rumbo contrario a la lógica local de sólo participar con mis amigos, de sólo apoyar a mi sector o club, de sólo participar con mi pequeño círculo, de la imposibilidad de colaborar con quien no tengo afinidad. Así fue, caminamos en sentido contrario por la avenida Hidalgo.

Distintos discursos. Entre los que participaron en las dos manifestaciones que dirigieron algunas palabras a los concurrentes existían claras distancias. En la terminología que intenta iluminar con la teoría versus el dolor lacerante que no necesita argumentos. Entre los premodernos que se dirigen a los participantes con la categoría de "pueblo" y los modernos que utilizan las palabras de "ciudadanos" o "camaradas".

Mezcla sugerente. Según se alternaban el micrófono, los participantes mezclaban en la Plaza Mayor formas discursivas de viejos socialismos, que no decían nada muchos de los asistentes, con microrrelatos que aportaban aquellos que no se reconocen a sí mismos como "ciudadanos". Discursos monopólicos y de diversidad. Concepciones tradicionales sobre la educación y lo que "debe ser" una protesta frente a las "nuevas" expresiones de adolescentes críticos.

Joven de Ciencias Políticas. No tiene sonsonete de templete. Sugiere no segregarnos por las clases sociales, no incita a derrocar gobiernos, ni le "mienta madres" a nadie. Invita a informarnos, a no resquebrajar nuestra búsqueda de justicia. Está nervioso, sus palabras se tropiezan, se ve un joven muy dolido por la realidad.

Alumna de la Normal de Torreón. Afirma que no conoció a los 43, que no sabe quiénes son los desaparecidos, que lo único que comparte con ellos es su vocación normalista, los siente compañeros. Con pocas palabras acaba con la consigna trillada de protesta y pregunta con claridad: "¿seguimos los de la Normal de Torreón?, ¿los de Gómez?"

El sector estudiantil finalizó su participación de ese día colocando sus mantas en el piso junto a las fotos de personas desaparecidas de la Comarca Lagunera. Las desapariciones forzadas provocaron una cierta reacción en los grupos más afines, estudiantes y familiares, allí se avivaron otros vientos.

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