20 de noviembre 2014. Del monumento Madero a la Plaza Mayor. El año pasado, esta fue la manifestación que contó con el mayor número de participantes, fue el "viento" más fuerte que se vivió esos días otoñales. Estaban programadas marchas en distintas partes del territorio nacional. La versión local, fue convocada por facebook, el punto de reunión fue el monumento ecuestre a Raúl Madero, ubicado en el bulevar Revolución.
La fría mañana de ese día, vería subir la temperatura muy pronto. Una confusión con la hora de la marcha provocó que un sector de los asistentes incitara a comenzar la marcha. El grupo que asumía la autoría de la convocatoria se vio rebasado en términos de organización, y la marcha dio inicio antes de la hora prevista. Como ejercicio de calistenia un contingente nutrido bloqueó carriles del bulevar, después se avanzó un poco sobre la vía para regresar al monumento.
Los agentes policiacos y viales, que se dieron cita para acompañar la marcha, negociaban con los participantes para afectar lo menos posible el tráfico. Pretendían organizar una manifestación social de inconformidad para que se desarrollara en términos "civilizados" afirmaban, que la marchara saliera "bonita", sostenían los uniformados.
La impericia, imprudencia y provocación de los agentes, fue una constante en toda la marcha. Presenciamos el momento en que un agente vial en una cuatrimoto voluntariamente no se detuvo frente a un estudiante, éste salió ileso, el incidente provocó que algunos quisieran agredir al agente, hubo que pedirle al motorizado que se retirara.
Cuando el contingente pasó frente al Instituto Tecnológico de La Laguna se suscitó un extraño fenómeno. Primero, el asombro por parte de los alumnos del "TEC", por el numeroso contingente que se había apoderado de una de las vías más importantes de la ciudad. Con gritos y señas los marchistas invitaron a los alumnos que se encontraban en uno de los patios que se sumaran.
Desde atrás de la reja perimetral de esa institución educativa se escuchaban insultos dirigidos al contingente, algunos marchistas respondieron a las agresiones verbales. El incidente no pasó a mayores. Destacable la primer reacción de indiferencia y animadversión de algunos miembros de una de las comunidades estudiantiles que fuera, en otra época, de las más críticas y solidarias con las causas sociales.
Al avanzar por el bulevar Revolución, un joven de unos 20 años, intentaba derribar un señalamiento vial de forma violenta, quien se percató le invitaba a desistir, al dar un golpe con la mano en el letrero el joven cayó desmayado. Con un aspecto bastante enfermizo no podía decir sus generales, la vista perdida y con momentos intermitentes de conciencia. Se incorporó y continuó en la marcha.
Ese mismo joven aparecería al día siguiente en las imágenes que circulaban en distintos medios mostrando los disturbios al edificio de la Presidencia Municipal. Que fácil fue difundir su imagen como vándalo o declarar que se presentaría una denuncia por daños causados.
Culpar a un individuo, sin revisar su contexto, es una forma de no asumir la responsabilidad que sociedad, y sus autoridades, tienen sobre todos sus miembros. Este modelo acusatorio, que es sumamente simplista y con pretensiones expiatorias, se populariza cada vez más. Es una buena herramienta para el control de daños, el desvío de atención y la ocasión cómoda para mostrar la "fuerza" de las instituciones del Estado maltrecho. ¿Qué daña más a la sociedad?, ¿qué se violente un edificio municipal o qué se le descuente a los trabajadores del municipio el 3.5 % de su salario para financiar al PRI?
Sin embargo, el daño mayor estaba hecho, la foto final de ese día ese día fue el acto que mancilló la paz en la Plaza Mayo, el que profanó el sacro edificio municipal. La causa de la marcha de ese día, las desapariciones forzadas y el hartazgo social que no se ve atendida por los tres niveles de gobierno pasó a segundo plano. Pero, un paso significativo se había dado, un grupo de bachilleres ese día se enteró de que también en La Laguna había personas desaparecidas.