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Ignorancia

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MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Si son confiables los resultados de la Prueba Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes, y a nivel nacional 60 por ciento de los estudiantes se ubicó en el nivel más bajo en matemáticas, y casi 50 por ciento en lenguaje y comunicación, hay muchas preguntas que se tendrían que responder: ¿Cómo hicieron esos alumnos para seguir avanzando de grado escolar? ¿Quién y por qué los acreditó y avaló su progreso en el sistema educativo? ¿Por qué nadie les ha negado su continuidad? ¿Hasta dónde se tiene previsto que sigan avanzando? ¿En qué punto se les dirá que ya no pueden seguir adelante?

Dejémonos de hacernos tontos por una vez: Vivimos en medio de un gran engaño, planteado con la única finalidad de inflar artificialmente el nivel de escolaridad de los mexicanos. Nuestros conocimientos siguen siendo los de un estudiante mediocre que inicia el tercer grado de primaria. Pero, los gobiernos cuentan que tenemos un promedio de más de 9 años de escolaridad. Falacias de un sistema perverso creado para simular.

Desde hace demasiado tiempo, tres décadas por lo menos, el destino económico, político y social de nuestro país se entregó a los designios de los organismos internacionales. Para mantener las líneas crediticias - que hacen posible que la clase en el poder siga en su voraz latrocinio - los gobiernos se comprometieron, entre otras cosas, a elevar el nivel de escolaridad de los mexicanos. Y lo han hecho, indudablemente, pero a punta de mentiras que, para colmo, parece que a muy pocos molestan.

Así, comenzó a implementarse de facto la prohibición a reprobar, al tiempo que se inundó el ambiente cultural de convicciones en torno a los presuntos "daños psicológicos" que se ocasionaba en los infantes que eran obligados a repetir año. No tengo elementos para negar que ocurran tales perjuicios. Sin embargo, creo que en vez de montar todo ese teatro en torno a la educación básica, se debió haber replanteado de fondo el sistema educativo, dejando de lado la idea de los grados escolares y concentrando la atención en los saberes elementales.

Hoy las escuelas afirman enseñar de todo, aunque no se aprenda bien nada. Se culpa absurdamente a los docentes, cuando el sostenimiento del sistema obedece a un grupo de personas - de ninguna manera merecen el nombre de "autoridades"- cuya inagotable ambición nos tiene condenados a vivir, ya no en el fracaso escolar porque éste se impide de forma artificial, pero sí en la ignorancia.

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