Ahí somos; es el primer hogar, el más nuestro. Es nuestro origen, donde ocurre la primera y quizá más portentosa odisea de nuestra vida, un viaje que culmina en una explosión cósmica, donde en una multiplicación incontable, permanente, exponencial de células que cual caleidoscopio se expande en infinitas combinaciones, todas ellas dispuestas a crear un ser único, distinto, diferente a cuantos le han antecedido y precederán, aquéllos que a su vez han transitado este mismo camino, siempre igual, siempre diferente.
Somos un viaje, un sueño, un anhelo, un futuro; en esa multiplicación “fractálica”, se está generando una nueva visión del mundo, un camino virgen, una oportunidad de ser diferentes; pues eso somos en realidad cada uno de nosotros, una nueva posibilidad para hacer y ver una realidad.
No hay mejor lugar, es el más cálido, el más abrigador, el más seguro; ahí aprendemos a ser. Nos construimos al amparo de un “tam tam” interminable, acogedor, que en sus cambios de ritmo nos enseña de alegría, de tristeza, de esperanza, de miedo, de ilusión… de todo aquello que alimentará y conformará nuestro espíritu. Ahí somos a plenitud, protegidos y alimentados por el mismo cuerpo que tras nacer será el mejor refugio para cualquier sentir. Ése es nuestro universo primigenio, en él se da aquelloque será nuestra esencia como seres humanos. … La postura es un poco incómoda, la tensión en las piernas es por momentos difícil de soportar. El dolor por la decisión tomada es profundo, amargo, tan lacerante que hace jirones con alma y espíritu. Está abierta.
La vagina expuesta.
Los pies apuntan al cielo.
El sudor perlea la piel en tensión. Las sensaciones se entremezclan confundiéndose en una pléyade de sentimientos; inquietudes, incertidumbres, valores, consejos, saberes, mitos, ideas, sueños, querencias, angustias, miedos, cuentos; dolor, tristeza, amargura, odio; quizá sólo hay este camino, al menos ésa es la idea a la cual aferrarse, a pesar de todo y de nada, de todos y de sí. El dolor del alma es tan profundo que no concluye.
Duele.
La penetración inicia.
Sus senos, que se han preparado para producir leche, tiemblan al igual que todo su cuerpo al sentir la invasión; ayer camino fue del placer, hoy una indefinición de sentimientos, desazón. El frío metal, guiado por una mano que fue educada y formada para preservar la vida, se abre camino sin piedad.
Él, sin saber aún de la vida, lucha por ella. No entiende, se refugia en el interior, en un intento vano por escapar de aquel intruso.
Las pinzas entran, arrancan, esquivan las barreras, su cometido es claro y preciso, no cejan en su labor. Lo buscan y han de encontrarlo, extraerlo pieza a pieza.
Pensamiento contra Instinto... La ley de la selva del homo sapiens que en plena Sociedad del “Conocimiento” sigue ignorando al otro, decidiendo quién y cómo ha de vivir. Lo alcanzan, las pinzas por fin lo han atrapado. Aprietan.
Silencio que duele más que mil gritos, que todos los gritos de placer que antaño existieron. Destrozan. Pensamientos no nacidos que se diluyen en la sangre derramada. Mutilan.
Músculos, vísceras, huesos, cartílagos, tejidos, sangre, agua; todos en una sopa dantesca. Extraen. Intento burdo por separar óvulo y esperma. Parte a parte, en trozos es sacado del calor materno, convertido ahora en el más grotesco rompecabezas creado por el hombre; que a fin de cuentas es sólo un conjunto de células más, que perdidas están entre el ilimitado número de las ya existentes; la física lo dice, la materia no se crea ni se destruye... quizá la vida sea igual.
No sé, no entiendo; tal vez sea una de las cuestiones realmente de género que nunca podremos compartir. … Nos hemos acostumbrado a la violencia, tanto que poco a poco se está tornando en Ley; el derecho a la vida parece es cada vez menos importante. Hoy, lamoda es romper todo, estamos atrapados en el sueño del “cambio”, envueltos en una sociedad que corre, habida de la lucha por sus derechos y que olvida que éstos conllevan responsabilidades.
Hablar del aborto siempre derivará en una interminable serie de posturas irreconciliables, lo cierto es que es una decisión personal que ha de tomarse siempre que sea posible entre dos, pero es imprescindible estar consciente que el aborto no termina en el acto de extraer al “producto” –aunque ese producto sea un ser vivo–, las consecuencias se vivirán toda la vida.
Nada debe ser más triste y doloroso que decidir truncar una vida y más una que aprende de la vida misma y de las maravillas del mundo a partir de los latidos de un corazón, nada es más terrible que la profanación del vientre materno por esos instrumentos médicos, el agravia a ese nuestro mejor lugar, para arrancarle –literalmente en pedazos– un nuevo futuro a esta omnipresente realidad que nos acoge y nos envuelve día a día. facebook.com/ymahr ymahr@yahoo.com