Nunca he creído en las citas a ciegas, me suena como una trampa hecha para comodidad del azar, ese eterno hacedor de todo. El gran director de orquesta del Universo no puede perder su preciado don de sorprendernos con nuevos derroteros por medio de la intervención de un alguien que conoce a otro alguien que en un dejo de inspiración encontró grandes afinidades con un nosotros y ha decidido que sería conveniente el ayudarle a ese azar y entreteje dos destinos… No, no creo en las citas a ciegas… bueno.
Sólo he participado en una ocasión en una cita a ciegas, y esto fue tras más de año y medio que un alguien, querida y respetada, se empeñó constante y continuamente en presentarme a otro alguien con quien ella juraba y perjuraba que había entre nosotros un destino común, que compartíamos algunas ideas, inquietudes, aficiones, posturas, gustos y una larga lista que ya no recuerdo. Su empeño por reunirnos a esos nosotros era en ambos, pues lo mismo que a mí me decía (hoy sé) se lo decía también a ella, la reticencia por aceptar esta cita a ciegas era también mutua, y ahora que lo pienso, he aquí la primera coincidencia… en fin, quizá como una concesión a un amigo ese otro alguien y yo aceptamos compartir una cita a ciegas, era una reunión de tres.
Ese día, un ocho de marzo, conocí al amor de mi vida… sin duda ese caprichoso azar se mofaba de mis creencias en torno a cómo supongo que él debe actuar; de ese día, tengo claro una de mis decisiones personales más firmes que he tomado… aún antes de hablar con ella, al acercarme a la mesa en la que ya me estaban esperando (esto porque ellas llegaron antes de la hora citada) y verla, decidí que le iba a ser difícil alejarme de su vida.
Ese ocho de marzo fue uno de los grandes diálogos de mi vida, ella y yo hablamos de todo y de nada, hecho que hoy, al paso de ya varios años (trece si he de ser preciso) seguimos hablando de todo y de nada, todo es digno de hablarlo, de analizarlo y de meditarlo. Las coincidencias se multiplican en una espiral que genera siempre más momentos de dialogo y encuentro permanente; nos indignan los mismos hechos… por ejemplo, el hecho que el ocho de marzo sea el Día Internacional de la Mujer, una etiqueta más que sólo hace perpetuar e incluso dejar de manifiesto el sentido discriminatorio y segregacional de la existencia de un día para "darles" permiso a las mujeres de ser vistas, escuchadas, atendidas.
Sigo sin creer en las citas a ciegas, son una trampa del azar, al menos una omisión de su deber hacer; sin embargo, creo firmemente en las decisiones y en el poder que tienen en el cambio de este mundo, éstas, las decisiones, son la herramienta que pone ese omnipresente azar en nuestras manos, en nuestras mentes para actuar y seguir una de las alternativas que pone en nuestro camino. El poder de una decisión cambia el mundo, transforma la vida y sin duda puede proyectarnos a nuevos derroteros, mejores o peores, siempre en proporción al sentido y la aplicación que tomemos en torno a aquello que hemos decidido hacer o no.
He aquí que la empecinada decisión de esa amiga nuestra en común, nos acercó en el tiempo y momento justo, ella sabia, sólo nos presentó y se quedó callada, no dijo más nada en toda la reunión, estaba enfrascada en su ensalada y el diálogo corrió por nuestra cuenta; de ahí, surgieron los derroteros que hoy nos trajeron a este presente; un presente que se ha multiplicado en un alma nueva que va caminando por la vida sorteando los coqueteos del caprichoso y maravilloso azar.
No, no creo en las citas a ciegas; y también tengo claro que los días son válidos y significativos por lo que en ellos hacemos, por lo que decidimos vivir y como los vamos llenando de acciones y omisiones; los días son importantes por la vida que en ellos vivimos y no porque alguien, en algún escritorio decide firmar para por decreto establecer la significación de un día; estos días por decreto, ya sean de la mujer, o de la madre, del abuelo, del niño, de la bandera, de la Constitución… son remedos fatuos y vanos por encontrar un camino real y diferente por hacer mejor las cosas, por entender que la diferencia es la que nos nutre, es la que nos debe alimentar, pero ninguno por encima del otro; que hacer un día de lo que fuera implica hacer a un lado a los otros.
Si, una cita a ciegas, resultado de una cadena de decisiones, puede cambiar tu mundo, le da una visión diferente; puede construir un día perfecto, a pesar de que en esa reunión no encuentres el amor de tu vida, el hecho de que coincidas en un tiempo y lugar con otra persona puede ser enriquecedor… pero un día por decreto, un día en que te obligan a "festejar" el olvido a que hemos condenado a grandes sectores de la población, no solucionará nada y sí seguirá acrecentando las distancias.
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