Ocurre que el camino a la sabiduría está plagado de errores, una cadena interminable de yerros, algunos más disparatados que otros, más o menos asentado en los temores o esperanzas colectivas de un tiempo histórico dado. Inmersos en la memoria más profunda de nuestros sueños. Errar es sin duda una de las principales cualidades del hombre, pues ello le dará siempre la oportunidad de re-andar caminos, reconsiderar decisiones, retomar posiciones en torno a una idea, concepto, opinión, creencia o ciencia.
En la posibilidad de errar está el principio básico del conocimiento, aún en esta supuesta, multicitada y harto narcisista Era del Conocimiento, era que brilla por la ausencia de aquello que pregonan en su nombre. La historia de la ciencia es un compendio de errores, una sucesión inacabada de conocimientos erróneos, inconclusos, falsos, parciales, inacabados, y ésa se torna en la gran virtud de la ciencia, pues se convierte no la depositaria del saber omnisciente, sino en el camino a enmendar yerros, lo cual poco a poco habrán de conducirnos a estadios siempre ascendentes del conocimiento, esto a pesar de la aparente contradicción en lo dicho, que a fin de cuentas la ciencia está plagada de múltiples paradojas que le dan cohesión y sentido al saber humano.
Esta habilidad que tenemos de cometer errores al sumarla con nuestra eterna curiosidad que se empeña por entender, comprender y atrapar en conceptos aquello que nos rodea para trasladarlo en nuevos saberes, se conjugan en un abanico siempre creciente de conocimiento.
Albert Einstein, un ingeniero de patentes en Berna, Suiza, un novel profesionista que entre el tiempo libre que le deja su hacer, allá por 1905 y después en 1915, revolucionó como ninguna otra persona en la historia nuestra visión del mundo. Sus ideas nos han presentado un concepto más preciso, y no por ello menos extraño, del mundo que nos rodea, ha permitido que nuestro entendimiento del Universo sea mucho más claro y a la vez mucho más maravilloso que lo que jamás pudimos haber soñado quizá.
Antes de él, por ejemplo, tiempo y espacio eran una realidad tan tangible, inalterable y obvia como el periódico en que se está publicando esta disertación personal; tras él, hemos entendido que no existen como tal, que ambos son uno mismo, que vistos individualmente son sólo una ilusión que nos juegan los sentidos, que una y otra vez nos engañan continuamente. Tras ése ya mítico 1905 y la Teoría Especial de la Relatividad y diez años después, la Teoría General de la Relatividad que nos mostró de una forma diferente la fuerza de gravedad, vieja conocida de la historia y sin duda la más evasiva para su entendimiento.
Estas teorías y todo lo que de ellas deriva cambiaron para siempre la historia de la humanidad, mucho de lo que hoy es una realidad es el resultado de las múltiples aplicaciones e implicaciones que ha tenido en el uso cotidiano. El espacio -tiempo es ahora una cotidianidad que se encuentra incluso en la cultura popular, aún a pesar de que no se tiene muy claro cuál es su sentido.
Sin duda, Einstein es uno de los más grandes genios que han transitado por la historia de la humanidad, un hombre que con sus ideas ha influido más que cualquiera en el entendimiento de lo que somos, que en su gran habilidad de ver las cosas de manera diferente pudo ver una realidad que hasta ese tiempo nos era desconocida. Con ideas tan innovadoras como la planteada que la única velocidad posible en este Universo nuestro es la velocidad de la luz, declarando que todo lo que en él hay se mueve a esta velocidad en el Espacio - Tiempo, así a mayor velocidad en el tiempo, menor velocidad en el espacio y viceversa… idea absurda que ha sido comprobada una y otra vez y que ha transformado el mundo.
De estas teorías en 1915, Einstein predijo un Universo Estable, para ello creó la llamada constante cosmológica, ya que sus ecuaciones originales no permitían un universo estático: la gravedad lleva a un universo inicialmente en equilibrio dinámico a contraerse. Sin embargo, después de desarrollar esta solución, Edwin Hubble sugirió en 1929 que el universo parecía estar en expansión, dándole con ello razón a las predicciones originales de Einstein. Esta nueva constante no se justificaba para nada, siendo introducida exclusivamente con el fin de obtener el resultado que en la época se pensaba era el apropiado. Tras la evidencia de la expansión de universo, se cree que Einstein llegó a declarar que dicha constante fue el "peor error de su carrera". Hoy, los descubrimientos más recientes parecen demostrar que el mayor error de Einstein puede ser su mayor descubrimiento…
Sabia virtud de cometer errores, los cuales nos han de llevar siempre a mejores estadios de conocimiento, enriqueciendo nuestra visión del Universo.
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