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Hablando de Educación

RAÚL HUMBERTO MUÑOZ ARAGÓN

La educación ha girado siempre por derroteros naturales dando sustento al desarrollo de las sociedades, satisfaciendo los requerimientos que cada cultura necesita de acuerdo con su grado de desarrollo. La pedagogía, por su parte, ha caminado a la saga de dicho proceso, construyendo los elementos necesarios para sintetizar adecuadamente el desarrollo de la educación, esto con el objetivo de lograr el éxito en la misión educativa, con el firme propósito de alcanzar nuevos estadios de desarrollo, transitando por diferentes prioridades que son el reflejo de necesidades y grados de madurez de una sociedad, navegando por las ideas en un continuo andar que ha determinado su hacer.

El cambio constante que la Sociedad del Conocimiento impone al hombre del Siglo XXI genera la necesidad de establecer roles cada vez más definidos, hasta llegar a alcanzar niveles de especialización muy altos. Se ha hecho necesario el conocimiento y sobre todo el entendimiento del otro, con todas sus circunstancias sociales y culturales.

Sin duda, uno de los compromisos esenciales que tiene la sociedad es el de garantizar a las nuevas generaciones la transmisión adecuada y precisa de lo aprendido, el tránsito libre de ideas y conceptos que le permitan seguir construyendo el perfil del siempre hombre nuevo.

En la pedagogía actual, reflejo y evolución de las que le han antecedido, se busca el desarrollo de individuos que tengan la capacidad de crear sus propios constructos, alcanzando el conocimiento a partir de las diversas estrategias implementadas en las aulas por un maestro que ha pasado en apariencia a un segundo plano, pero que sigue siendo fundamental, ya que es él el encargado de buscar nuevos caminos y estrategias para que los alumnos puedan llegar por sí mismos a los nuevos conocimientos que el mundo actual requiere. Hacer esto no es tarea fácil, requiere de los docentes una preparación sólida de su ámbito de especialidad, pero además, le exige el tener la inteligencia para guiar el aprendizaje de sus alumnos, el cual no suele ser un proceso uniforme, ya que cada uno de ellos cuenta con experiencias individuales que les dan ritmos diferentes en su desarrollo intelectual. Asimismo, el profesor del Siglo XXI ha de tener conocimiento de herramientas tecnológicas que cambian mes a mes y que pueden ser factores que le permitan alcanzar el éxito en su hacer o por el contrario, contribuir a su fracaso en las aulas.

Las diferentes propuestas pedagógicas que hoy buscan el desarrollo de competencias individuales -tomando como un factor determinante la facilitación de aprendizajes significativos donde el estudiante tiene mayores obligaciones con su proceso de enseñanza aprendizaje-, son un logro de muchas visiones a lo largo de la historia de la educación y de la pedagogía.

Sin lugar a dudas, el cambio de visión que permitió el paso de una formación basada esencialmente en la enseñanza -donde la impartición de cátedras por profesores dueños absolutos del conocimiento- a una formación que prestigia el aprendizaje -donde el alumno participa activamente en su propio proceso de aprendizaje- ha sido importante.

El conocimiento por sí mismo no es suficiente, el aprender por aprender tampoco, y esta Sociedad del Conocimiento en la que estamos inmersos nos lo demuestra día a día con múltiples ejemplos. La sociedad actual está más informada que ninguna otra de las que le antecedieron, pero de la misma manera, se ha convertido en una cultura donde se carece de ideologías, donde el estadio personal se ha puesto por encima del de la colectividad, donde sólo importa el tener y la esencia del ser ha pasado a un segundo término. De nada importa acumular conocimientos si no se tiene un sentido de trascendencia, donde el por qué y para qué saber se tornen en factores importantes a tomar en cuenta.

Sin una comprensión real de lo aprendido, aún nos falta por andar mucho camino en el desarrollo de modelos pedagógicos que den respuesta real y cabal a las necesidades que el Siglo XXI ha impuesto a hombres y mujeres. Esta puede ser una nueva vertiente en el desarrollo del proceso educativo, un paso más en la línea; la creación de un Proceso de Enseñanza-Aprendizaje-Conocimiento-Comprensión puede establecer nuevas pautas para un crecimiento intelectual basado en los valores de trascendencia del ser humano, que permita contar con la conciencia de los otros.

Sin duda, hay que trabajar mucho en los nuevos derroteros que la educación y la pedagogía ha de transitar para lograr la formación de los hombres y mujeres de los albores del tercer milenio, compromiso que ha de ser enfrentado en este nuevo inicio de los ciclos escolares por todos los implicados en este proceso de descubrir el mundo, de encontrarnos y compartir el legado que nos ha sido heredado.

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