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Los años maravillosos

RAÚL HUMBERTO MUÑOZ ARAGÓN

Todo ocurre en los setenta; son los años de Alexander DeLarge, Vito Corleone, Danny Zuko y Sandy Olson, Emmanuelle, Damien Thorn, Leatherface, Rocky Balboa, Clark Kent, Leia Organa, Han Solo, Darth Vader, Coronel Walter E. Kurtz, Ellen Ripley, Kichizo Ishida y Sada Abe… y una larga lista de protagonistas del que será llamado tras el paso del tiempo como el cine moderno.

Son los años de mi infancia, años de La Pantera Rosa, El Pájaro Loco, Los Autos Locos, El Inspector Ardilla, Canuto y Canito, Pepe Le Pew, El Oso Yogui, Mr. Magoo, Los Súper Amigos, Shazzam, El Hombre Araña, La Tortuga D'Artagnan, El Show de Porky, Los Picapiedra, Popeye, El Fantasma del Espacio, Astroboy, Los Supersónicos, Ultramán, El Lagarto Juancho, La Hormiga Atómica, La Señorita Cometa, Monstruos del Espacio, Súper Ratón, Súper Can, Don Gato y su Pandilla, Tuco y Tico, Meteoro, Tiroloco McGraw, Speedy González, Maguila Gorila… y una larga lista de series y caricaturas que animaron mi infancia…

Una década que inicié con tres años y que recorrí a plenitud; en ella, descubrí a mi familia, aprendí a amarla, con la fortuna de una hermana mayor que entre otras cosas me hizo conocer a The Beatles, de ver cómo la familia crecía tras la llegada de mis hermanos de los setenta, quienes fueron recibidos en el reino implantado por los mayores, mis dos hermanas y quien escribe.

En los setenta, inicié mi formación (o deformación) académica pasando años maravillosos en la Escuela España y en la Eva Sámano ya de "grande". Pero a pesar del paso por la escuela, siempre había tiempo para jugar a las canicas o al trompo, de construir carros de baleros, de cazar ranas, de jugar tarde a tarde al beisbol, de acudir siempre al Estadio Superior a ver a los Algodoneros del Unión Laguna, de echarle porras al gigante David Christiansen, el emblemático catcher que fue mi ídolo de aquellos años.

De la mano de mi padre, acudí a la Plaza de Toros Torreón a ver pelear al Santo, El Enmascarado de Plata, ícono del pancracio y del cine; no recuerdo muy bien quién ganó, lo que sí tengo claro era la magia que envolvía aquel momento, quizá venía de pelear contra las mujeres vampiro o de enfrentarse con algún extraterrestre o pelear contra su compañero de andanzas en el cine, aunque no tanto en la vida real, Blue Demon. Habría que recordar que El Santo nos visitó varias veces en la región, algunas veces con Mil Máscaras, otras peleando con su acérrimo rival, El Perro Aguayo.

En los setenta, pasó todo. Ahí se forjó éste que hoy soy; en esos años, las ilusiones personales se convirtieron en los sueños y anhelos de estos días. Al momento de recordar esos años, a ver lo que en ellos ocurrió, me encuentro de lleno con películas que en su tiempo fueron tabú y como tal un éxito mundial permanente, hoy considerado como cine de arte, Emmanuelle, de 1974, interpretada por Sylvia Kristel basada en la novela de Emmanuelle Arsan, la cual sería inspiración para la creación de más de cuarenta películas, iniciando con el filme italiano de 1969, Io, Emmanuelle, con Erika Blanc como la primera actriz que le dio vida en el cine.

El cine de los setenta en el cual el sexo, las drogas y el rock and roll se tornaron en protagonistas y tras del cual se encuentran filmes emblemáticos y representativos de una sociedad altamente politizada, tiempo que lo "políticamente correcto" aún no llegaba a entorpecer el hacer y decir, tiempos en que con la libertad existente permitieron la creación de películas que hoy en día serían difíciles de hacer y estarían más que prohibidas, pues las "buenas costumbres" se escandalizarían.

Los setenta es mi gran tesoro, en ellos descubrí tantos futuros posibles, historias procedentes de galaxias muy, muy lejanas, parajes desérticos en los grandes espacios de Australia, el arribo temido de Damien, la belleza de Sandy y la novena de Beethoven como la pasión de Alex; los juegos en la casa de la abuela Belén que era el lugar perfecto para construir un pueblo del oeste. O en casa con mi hermanos haciendo volcanes en el patio de la casa o construyendo túneles en la búsqueda de tesoros o cuando menos llegar a China…

Todo inició con tres años, los mismos que hoy tiene mi hija, los mismos de Aylan Curdi y Kong Nyong… cuatro historias muy diferentes, inmersas en contextos que se entrecruzan en un texto que sólo pretende hacer un recuento breve, inconcluso e impreciso de aquello que puede ocurrir a los tres años, ayer yo con la tortuga D'Artagnan, hoy mi hija con Peppa; Aylan con el deseo de que "papi" no muera, Nyong sufriendo de la hambruna ocasionada por la guerra; quizá sea ocioso escribir estas líneas, hablar de cine o caricaturas cuando las certezas y las ideologías han caducado en este mundo hiperconectado tecnológicamente y aislado en la inmensidad de cada "yo" que sólo piensa y sabe de sí.

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