El arte de ser feliz
Siempre he creído que la felicidad es creación de actitud, para serlo, sólo hay que decidir ser feliz. Aprender a reírse de uno mismo, que a fin de cuentas pocas cosas habrá más divertidas que ello, además de harto gratificante y sobre todo útil para quitarse la carga que la sociedad y nosotros mismos nos imponemos por esa manía de que "tododebeserperfectosiemprealaprimeraysinerrores"; dejar de preocuparnos por los errores cometidos, y por el contrario, aprender a ocuparse de ellos; encontrar y trabajar en su solución, que a fin de cuentas esos desatinos que acumulamos en la vida, si lo vemos con más claridad, son excelentes maestros de vida.
En los setenta, cuando me encontraba en el epílogo de mi primera década de vida -o en el prólogo de la segunda, esto según se vea-, una de las actividades que me hacía ser muy feliz, era las incontables horas y los días que pasaba con mis primos Jorge y Luis en la azotea de la abuela Belén, ahí, en ese tiempo, momento y espacio, ocurrieron las más sorprendentes aventuras -algunas de ellas, la verdad, no publicables y que han de irse con nosotros-, en ese tiempo íbamos de Kid Acero al Hombre Biónico, de las figuras de G.I. Joe, hasta mis favoritos, las figuras de Plastimarx, Billy Villano, Jerónimo, Pit Pionero, Águila Salvaje, El General Custer, Johny West y una larga lista, todos ellos con sus caballos, mascotas, herramientas, armamento, carretas y mucha, pero mucha imaginación, tanta que nos permitieron interpretar incontables veces las aventuras en ese lejano tiempo.
En una de aquellas Navidades, en una visita más de Santa Claus a nuestra casa, dejó en nuestro árbol de Navidad mis dos figuras favoritas, Billy Villano y George Custer, ambos geniales, sorprendentes y muy anhelados por quien escribe, pero había una pequeña sorpresa, cuando abrí el más esperado de todos -el malo de la serie obviamente- este venía roto… ante mi sorpresa, lo comenté a mi padre y él tuvo a bien acudir con Santa para señalarle el gazapo, pero ocurre que aquel año, los Billy Villanos los había repartido todos y no encontró ninguno para reemplazarlo. Para resarcir su error, me lo cambió por un Johnny West -que también venía defectuoso por cierto, pues tenía dos pies derechos, pero que salvo por eso era perfecto-. Siempre pensé que el Billy Villano llegaría algún día, así que lo esperé. Hoy, este 2015, tras casi cuarenta años, arribó a mí, no es Plastimarx, es la versión americana, Sam Cobra, así se llama, hecho en EEUU en 1973. Este arribo me hizo muy feliz, pues llegó con una carga enorme de recuerdos que ha alimentado estos días postreros del 2015. Ahora está en mi oficina, junto con el General Custer y Johnny West.
Ser feliz es una tarea fácil, aunque a veces, con los años, nos obsesionamos en una formalidad y seriedad que no nos permite aligerar la carga. Estas fechas, que siempre a casi todo niño en el planeta hace feliz, con el tiempo se vuelve turbia, abrumante e inquietante para algunos adultos, que hacen de la depresión un refugio para sus anhelos involuntarios por no ser felices. Para algunos, la felicidad se torna en algo incierto, inalcanzable, e incluso doloroso.
En uno de esos viajes por la Internet, me encontré otra definición de lo que es la felicidad, y la verdad creo que tiene mucha razón el autor de tal afirmación, él dice que la felicidad, "No es el amor, no es el dinero y no es la religión. La Felicidad es: ¡¡¡¡¡Dunyayi Kurtaram Adam!!!!! (sic)". Dunyayi Kurtaram Adam forma parte de una serie de películas turcas que brillan por su genialidad, que están tan mal hechas que eso las convierte automáticamente en verdaderas piezas de arte, este filme de 1982 es dirigido por Cetin Inanc y cuenta con las actuaciones de Aytekkin Akaya, Cuneyt Arkin, Fusun Ucar; en el mundo es conocida como La Guerra de las Galaxias Turca, a este largometraje le acompañan obras como Betmen Yarasa Adam (El Batman de Turquía) de 1973, dirigida por Günay Kosova con los actores Emel Özden, Hüseyin Sayan, Levent Çakir y mi favorita 3 Cenutrios Anatolios, también llamada 3 dev Adam del año 1973, bajo la dirección de T. Fikret Uçak y con las actuaciones de Altan Günbay, Aytekkin Akaya, Deniz Erkana, Dogan Tamer, Mine Sun, Teyfik Sen, Yavuz Selekman, conocida como "Santo y el Capitán América contra El Hombre Araña". Una advertencia… si decide ver alguna de estas películas, hágalo sin empacho, sin pretender encontrar a Kurosawa, Lynch o Coopola; deje la seriedad de la adultez y disfrute.
A veces, la felicidad viene en una vieja caja de cartón que al abrirla nos llena de recuerdos el espíritu y nos alimenta el alma. Solo hemos de darle una oportunidad a la felicidad, quizá no sea para todo momento, pero siempre es grato recurrir a ella cuando la vida se torne un poco incierta.
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Por: Raúl Humberto Muñoz Aragón