‘Me aman’. Donald Trump insiste en su discurso sobre la necesidad de un muro entre México y Estados Unidos. (EFE)
El controvertido aspirante a la candidatura presidencial republicana Donald Trump insistió ayer en un muro pero sólo en "algunas partes" de la extensa frontera entre Estados Unidos y México, al realizar una corta visita a la ciudad de Laredo (Texas, EU).
En la ciudad fronteriza había mucha expectación por lo que podía decir Trump tras pisar Laredo, donde el 95.6 % de los censados son hispanos, tras sus controvertidos comentarios sobre la inmigración y sobre México.
Sin embargo, el magnate estadounidense se limitó a reiterar, con un tono más suave, lo que ya había dicho: que México envía a sus criminales a Estados Unidos y que es necesario construir un muro que separe a los dos países.
"Un muro en la frontera nos ahorraría muchísimo dinero. Tenemos que levantar un muro", afirmó Trump, que lidera la intención de voto en la contienda republicana con un 24 % de apoyos, según las últimas encuestas.
El aspirante republicano fue invitado a Laredo por un sindicato de la Patrulla Fronteriza, que a última hora retiró su propuesta por discrepancias con la dirección nacional de su organización, pero Trump decidió viajar igualmente al lugar pese al contratiempo.
"La Patrulla Fronteriza me retiró la invitación para no inmiscuirse en política y por órdenes de Washington", aseguró Trump y añadió que los sindicalistas "han sido silenciados" y que "están muertos de miedo" por las presiones que han recibido.
En una rueda de prensa, el magnate dijo que ha recopilado pruebas, que no mostró, de que México envía a sus criminales a Estados Unidos, tal y como aseguró durante el lanzamiento de su candidatura el pasado 16 de junio, en el que también calificó a los inmigrantes de ese país de "narcotraficantes" y "violadores".
Más allá de eso, el polémico candidato no ofreció detalles de cómo piensa lidiar con el problema de la inmigración, "un gran peligro", dijo, si es elegido presidente.
Podrán quedarse 87 % de indocumentados
Hasta el 87 % de los inmigrantes indocumentados podrá permanecer en Estados Unidos si se aplican sin modificaciones las acciones ejecutivas migratorias del presidente Barack Obama, según un estudio publicado por el Migration Policy Institute (MPI).
"El efecto neto de la nuevas políticas será una reducción de las deportaciones desde Estados Unidos", indica el informe de este centro de estudios migratorios independiente.
El estudio del MPI considera que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) se enfocará en deportar a inmigrantes que son considerados una amenaza pública, que han sido condenados por delitos graves, los que han violado órdenes de deportación o han ingresado en el país recientemente.