Siglo Nuevo

Javier Camarena

Príncipe entre los tenores

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A poco más de diez años de debutar en el Palacio de Bellas Artes, Javier Camarena, se ha ganado ya un lugar entre los grandes de la ópera mundial. Con talento, disciplina y constancia el mexicano forja día a a día una prodigiosa carrera y hace honor al mote de “tenor de las óperas imposibles”.

Con su interpretación de Tonio en La Hija del Regimiento, de Donizetti, el tenor mexicano Javier Camarena, no sólo logró robarse los titulares de la prensa internacional, sino se registró como el segundo cantante en la historia del Teatro Real de Madrid, en realizar un bis (repetición del número) en el emblemático teatro europeo.

Meses antes de haber hecho historia en Madrid, en abril del 2014, Camarena también se inscribía en la historia de la Ópera Metropolitana de Nueva York, como uno de los tres intérpretes que han hecho un bis, en los últimos 70 años de esa casa operística. Si, ritrovarla io giuro (Sí, juro que la encontraré), de la obra La Cenerentola, de Rossini; fue el marco ideal para que el tenor originario de Veracruz, literalmente se robara la atención del público.

En el Met, el cantante mexicano hizo lo que sólo habían logrado Luciano Pavarotti, en 1994 y el tenor peruano Juan Diego Flórez, en 2008 y 2012. Y es que en los último años, la vertiginosa carrera del tenor veracruzano ha enlistado hazañas como la del año pasado en en el Festival de Salzburgo, donde la crítica habló de su voz como imponente y brillante; entre otros elogios que lo han encumbrado como un referente de la ópera internacional.

Luego de la interpretación que realizó de Belmonte de El rapto del Serrallo de Mozart, en la casa de ópera de Zurich, una de las reseñas que registró la presentación del mexicano en ese país, señaló: Y una vez más a la punta, Javier Camarena: un Belmonte como no se había visto desde Wunderlich, de presencia viril, con los más bellos y sutiles tonos en la desesperación, en la intimidad.

UN REFERENTE

Su tono ardiente, su vocalización firme y flexible y su formidable coloratura, le han ganado los roles principales alternando con algunas de las figuras más importantes de la ópera mundial, bajo batutas tan destacadas como las de Claudio Abbado o Zubin Metha, por mencionar a algunos.

Más aún, la crítica especializada de Barcelona, reconoció su calidad artística con el galardón “Revelación del Año” en su temporada 2012-2013, por su participación como Nemorino en El elixir de amor de Donizetti. En América Latina, los lectores de la revista Esquire votaron por él como “Hombre del Año” en la categoría de Música, la revista Líderes Mexicanos, lo incluyó en su lista de los líderes más destacados y la revista Quién, en los 50 líderes que transforman a México.

Originario de Xalapa, Veracruz, Javier Camarena completó sus estudios de licenciatura en música en la Universidad de Guanajuato, México. En 2004 fue ganador del primer lugar en el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, e hizo su debut como Tonio en La hija del regimiento de Donizetti en el Palacio de Bellas Artes. En 2005 recibió el premio Juan Oncinas en el concurso Francisco Viñas de Barcelona, España y en 2006, ingresó al Opernstudio en Zurich, bajo la tutela del maestro Francisco Araiza. Desde 2007 es solista principal del repertorio bel cantista en la Opernhaus Zürich.

CON LOS GRANDES

En su carrera, el tenor a logrado cantar junto a la voz de indiscutibles estrellas de la música como Cecilia Bartoli, Natalie Dessay, Diana Damrau, Elina Garanca, Anna Bonitatibus, Barbara Frittoli, Silvia Tro Santafé, Vesselina Kasarova, Leo Nucci, Erwin Schrott, Ruggero Raimondi, Carlos Chausson, Samuel Ramey, John del Carlo, Michele Pertusi, Simone Alaimo y Carlos Álvarez.

El tenor de las óperas imposibles, como fue llamado por algunos críticos, celebró el año pasado, una década de cosechar triunfos y haber resultado el ganador del Carlo Morelli 2004, que lo llevó a debutar en el Palacio de Bellas Artes.

SUS PRIMEROS PASOS

Desprendido de los reflectores que han sabido reconocer, no sólo su talento, sino la disciplina y constancia, Camarena disfruta mirar hacia a tras, recordar su pasos de la infancia, y compartir con el público una de las etapas más significativas en su vida, a través de su página oficial:

En la Xalapa de finales de los 60, la privada 13 de septiembre de la colonia Electricistas fue de las primeras en recibir habitantes. Mis abuelos y no más de un par de vecinos fueron de los primeros en llegar.

Aquella calle cerrada situada prácticamente en la punta de la colina, terminaba en una barranca que permitía una bellísima vista al valle que después sería el fraccionamiento Ensueño y por donde pasa hoy día la avenida Murillo Vidal.

A la orilla de esa barranca, que más bien era una pendiente muy pronunciada, del lado derecho de la calle, estaba la casa de doña Gloria.

Si quisiera recordar fechas, creo que no podría hacerlo más que hipnotizado, pero este es uno de los pocos recuerdos más vívidos que tengo de esa primera infancia y ahora que vuelve a mi mente, siento que está de alguna manera muy vinculado a mi quehacer musical hoy día.

Fue una tarde de las que había en esos tiempos. Acababa de llover y el sol ya levantaba el vapor de las calles mojadas. Tal vez serían las dos o tres de la tarde y desde la barranca se podían ver los nubarrones alejarse. No era raro ver el arcoíris de tanto en tanto.

Natalia, sobrina de doña Gloria y que vivía con ella, después de estar casi media hora escuchando a los chamacos estar silbando en la calle, salió muy molesta a reprenderlos.

-¡Ya dejen de estar chiflando! -dijo muy enojada

-Si no estamos chiflando -le respondió “el Carlangas”

-Es “el Javi” que está gritando -agregó “el Dani”

Y sí, ahí estaba yo, de acaso cuatro o cinco años, al pie de la barranca, pegando de gritos tan agudos que parecían chiflidos y que tenían mareada a la mujer.

A mí me encantaba escuchar el eco… mi voz que de alguna manera mágica resonaba y volvía a mí en ese divertido fenómeno acústico.

Como lo he dicho en muchas entrevistas ya, mi amor por la música fue algo que nació conmigo. No sé si mi mamá comía corcheas con cereal o melodías con la ensalada, pero mis oídos siempre fueron seducidos por la música, los ritmos, cualquier cosa que hiciera nacer sonidos: los cubiertos en la mesa chocando contra el plato, los vasos, uno con el otro ¡en el piso!; las campanitas de viento del adorno chino que tenían mis abuelos colgado en su sala me maravillaba, hasta el sonido que hacían las monedas cuando las tirabas al 'volado' me resultaba encantador.

Así, de cinco o seis años, tenía muchísimos discos de aquellos de acetato de 33 rpm, con música propia de un niño que vive una infancia “normal”, sin padres músicos. “Cepillín”, “Rondas infantiles” eran de los dominantes, pero si había favoritos, esos eran sin lugar a dudas “Parchis” y “Cri-Cri”. Tan fan era yo del mentado grupo infantil español, que jugaba con mi hermano Ale, mis dos primas Lili y Mari y el entonces menor de mis primos, Luis, a que nosotros éramos ese conjunto. Ponía sus discos y hacía cantar y bailar a todos todas las canciones. Creo que era muy obvia esta natura musical en mi, y mis padres en algún momento hicieron el intento de que yo fuera a clases de música, pero ¿Qué deseo de aprender puede tener un niño de cinco años, inquieeeeto como yo solo, que llegaba a una clase de solfeo con un maestro viejo como Matusalén, que tenía la misma paciencia de un taxista cuando el semáforo cambia a verde y que corregía los errores jalándote de las patillas y aventándote el borrador a la cabeza?

Nada afortunada esta primera posibilidad de estudiar música.

Fuera de esto, soy de esas últimas generaciones que tuvo la bendición de no vivir esclava del miedo. Tuve una infancia donde los niños jugábamos en la calle hasta muy entrada la noche y nuestros padres sólo se preocupaban por buscarnos cuando era la hora de cenar; una infancia donde íbamos caminando a la escuela por muy lejos que estuviera, donde un pedazo de ladrillo naranja o un buen pedazo de cal, formaban las más divertidas pistas de carreras en “Avalancha” o en patines; donde solo necesitábamos un carrito de juguete para pasar horas divirtiéndonos jugando a las carreritas o una pelota de goma para inventar los más entretenidos y cansados juegos.

Poco queda de aquella privada 13 de septiembre… La barranca dejó de existir cuando empezó a poblarse el fraccionamiento Ensueño y cuando una tía de Pepe, el nieto de doña Gloria, construyó su casa justo al filo de ésta. Las piedras que se iban desprendiendo del chapopote negro con el que pavimentaban la calle, y que usábamos para competencias en las que ganaba el que las arrojara más lejos a la mentada barranca, ya no existen, ahora la privada está aburridamente pavimentada con cemento. Aquella vista en la que predominaba el verde de los árboles que poblaban todo el valle y las colinas, se volvió un colorido conjunto de fachadas, avenidas y letreros luminosos… incluso el clima no es el mismo, la sobrepoblación, la deforestación del cofre de Perote, han hecho estragos y esas tardes de neblina y 'chipi chipi' que eran el pan de cada día, no se viven con la misma frecuencia.

Tengo nostalgia de esa Xalapa, de esos días, del olor a tierra mojada por la lluvia y de esos gritos que con el eco volvían felices a mis oídos…

Aunque suspiro por aquellos tiempos, no puedo negar la felicidad que vivo en mi presente. Mucho ha cambiado, sí, pero debo decir que el niño gritón aquí sigue. Ya no le grita a la barranca, grita dentro de verdaderos palacios. Su voz resuena en las entrañas de los más importantes teatros de ópera y en el corazón de las personas que le escuchan es donde nace ahora un nuevo eco, que vuelve a él en forma de enérgicos aplausos llenos de cariño.

Hoy… este niño vuelto hombre sigue amando la música, sigue maravillado de la magia que crea y de este nuevo “eco” que trae consigo.

UNA CARRERA EN ASCENSO (LÍNEA DEL TIEMPO)

El tenor Javier Camarena ha logrado una vertiginosa carrera:

2004

-Gana el Concurso de Canto Carlo Morelli de México.

-Debuta con la Compañía Nacional de Ópera en el Palacio de Bellas Artes de México.

2005

-Ingresa al Opernstudio del Teatro de ópera de Zúrich, Suiza.

2011

-Debuta en el Metropolitan Opera House de Nueva York.

2012

-Destacan sus participaciones en el XL Festival Internacional Cervantino en el Teatro Juárez de Guanajuato.

-Canta bajo la dirección de Claudio Abbado en el Festival de Salzburgo.

2013

-Debuta con la San Francisco Opera.

-Recibe el reconocimiento como "Revelación del Año" por la crítica especializada del Gran Teatro del Liceu de Barcelona.

-Año de su debut discográfico con el álbum Recitales

2014

-Regresa al Gran Teatro del Liceo de Barcelona

-Se convierte en el primer tenor en bisar en dos funciones consecutivas en el Metropolitan Opera House de Nueva York (marzo).

-Vuelve a hacer historia al bisar en dos funciones consecutivas en el Teatro Real de Madrid (noviembre).

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