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Juventud en riesgo

NUESTRO CONCEPTO

La población joven representa el principal capital de un Estado que aspire a trazar o consolidar un proyecto de nación viable y a largo plazo. Un país en el que la juventud enfrenta un presente acechado por la desesperanza es un país con un futuro poco promisorio. En este sentido, los resultados de la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (Ecopred) 2014, realizada por el Inegi y publicada la semana pasada, impiden asumir una posición optimista frente a la realidad actual de los jóvenes en México. Un escenario de crimen, violencia, exclusión y adicciones se cierne sobre este sector de la población que hasta ahora no ha tenido la atención que merece en materia de políticas públicas.

Uno de los datos que más genera preocupación es el relacionado con la criminalidad. De acuerdo a las estimaciones derivadas de las respuestas de los entrevistados, 46.4 por ciento de las personas de 12 a 29 años en México en 2014 fue víctima de un delito (robo con y sin violencia, hostigamiento, maltrato físico, amenazas, agresión sexual y/o difamación). De los que declararon ser estudiantes, el 66.5 por ciento confesó haber sufrido delitos o actos de maltrato en su escuela. Además, el 32.2 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 18 años dijo haber sido víctima de acoso escolar (bullying).

Pero no sólo los índices de victimización son preocupantes, sino también los de participación en actividades delictivas. Doce por ciento de los jóvenes han tenido alguna experiencia delictiva (portación de arma de fuego, pandillerismo, vandalismo y problemas con la policía) y 9.7 por ciento ha consumido alguna vez drogas ilegales. Entre los factores que pueden propiciar el involucramiento de los jóvenes en actividades criminales se encuentran la marginación, vivir en entornos hostiles, la desorientación, la desocupación y la falta de oportunidades. Al respecto, uno de cada diez jóvenes en México no estudia ni trabaja y tres de cada diez asegura contar con un amigo involucrado en una situación propia de un entorno delictivo.

Llama la atención que varios de estos datos son particularmente altos en la zona metropolitana de La Laguna en comparación con el promedio nacional y otras áreas urbanas. Resulta preocupante que en esta región más de la mitad de los jóvenes y adolescentes han sido víctimas de algún delito o maltrato y que prácticamente seis de cada 10 identifica patrones conflictivos dentro de su familia. El porcentaje de personas entre 12 y 29 años que ha tenido una experiencia delictiva es mayor a la media nacional en cuatro puntos, lo que habla de la vulnerabilidad y exposición que tiene la juventud lagunera al crimen y la violencia.

Todo este panorama muestra que una buena parte de la juventud mexicana se encuentra sometida a numerosos factores, riesgos y situaciones que le impiden desarrollarse de forma adecuada para explotar sus talentos y capacidades y contribuir así a aumentar la productividad del país a niveles que permitan sacarlo del subdesarrollo en el que se encuentra. La buena noticia es que el diagnóstico ya inició, es decir, ya existe un punto de partida. El desafío ahora es aplicar las medidas para abatir los riesgos y propiciar mejores condiciones de vida y oportunidades para los jóvenes. Es ahí donde debe centrarse el debate ahora.

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