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Karl Lagerfeld

La inmortalidad viste de cuello blanco, saco negro, gafas oscuras y mitones

Foto: EFE

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Jessica Ayala Barbosa

¿Qué se necesita para convertirse en un ícono de la moda? Sin duda, el trabajo, el talento y la creatividad son cualidades que aseguran el éxito y las ventas, pero, ¿qué tienen que hacer quienes no sólo aspiran a cierta fama, sino que buscan algo más, quienes tienen puestas sus miras en la trascendencia, en la inmortalidad? Karl Lagerfeld lo tiene bien claro: convertir la imagen propia en una obra arte, en una marca inconfundible.

“Soy la personificación de una marca. Mi nombre es Labelfeld no Lagerfeld.”, ha dicho el diseñador en diversas ocasiones, relacionando la palabra 'label' (etiqueta) con el concepto de 'marca'. Con esa frase deja en claro que todo en él es una marca, desde su atuendo, conformado básicamente por un saco, preferentemente negro, y un cuello blanco, sus inseparables gafas oscuras, así como el pelo cano relamido y recogido en una pequeña coleta y hasta su gata Choupette.

Pero no debe pensarse que por asumirse como una marca -tendencia muy característica de la sociedad de consumo- Karl Lagerfeld es sólo un empaque adornado por fuera y hueco por dentro. Todo lo contrario. El káiser de la moda es tan complejo que para describirlo conviene evocar a las matrioskas, incluso a la caja de Pandora, antes que a un simple estuche.

Karl es muchos Karls, él mismo dice ser una persona distinta según el idioma que habla, y domina tres: alemán, francés e inglés. También tiene muchas profesiones, es, por supuesto diseñador, pero también es fotógrafo, perfumista, ilustrador y editor, además de gran lector. Los libros, la moda y la fotografía son sus tres grandes pasiones.

“Vivo en un estado de aprendizaje constante, todos los aspectos de la cultura me influyen de alguna manera, no existe una regla sobre la que yo pueda clasificarme en alguno de ellos. Sólo se jugar a ser yo mismo. Siempre tengo un proyecto entre manos. El próximo, la decoración de un hotel en Macao y creo que la idea es genial”, declaró en España el año pasado.

Es un hombre de su tiempo perfilado siempre hacia la vanguardia, al mismo tiempo que culto y refinado. En su iPod puede sonar lo mismo Anna Calvi o Beyoncé que Ígor Sravinsky. Usa todo el tiempo su celular, su herramienta de trabajo, pero también su medio de comunicación predilecto. “Me entero de todo vía Twitter, incluso Choupette se entera de todo por Twitter, tiene más de 35,000 seguidores”. Para este hombre de 81 años la brecha digital no existe, y es tal su apego a la tecnología que además de ser uno de los que más alientan las compras de moda por internet, ha lanzado dos aplicaciones: Karl y emotiKarl; la primera permite al usuario 'karlificarse', mientras que la segunda ofrece una serie de emoticones que explotan al máximo los sellos distintivos del diseñador.

TENACIDAD, VERSATILIDAD Y TRABAJO, LAS CLAVES

Karl Lagerfeld nació el 10 de septiembre de 1833 en Hamburgo, Alemania. Es hijo de Otto Ludwig Lagerfeldt, un hombre dedicado a la industria de los lácteos en ese país, y Elisabeth, quien al parecer era vendedora de lencería. Desde muy pequeño, Karl dio muestras de creatividad y talento, su hermana mayor, Christiane Johnson, lo recuerda como un niño muy inteligente y talentoso que prefería pintar tranquilamente en el ático en lugar de jugar con otros niños.

A los 12 años, aproximadamente, se mudó a París para estudiar en el prestigioso Lycée Montaigne. Unos cuantos años después abandonaría la escuela y en 1954 sería contratado por Pierre Balmain como asistente tras ganar Woolmark Prize en la categoría de abrigos, un concurso auspiciado por el Secretariado Internacional de Lana, en el que también tuvo notable participación su grande rival, Yves Saint Laurent.

Además de Belmain, Jean Patou, Chloé, Fendi, Channel, Hennes & Mauritz (H&M), y la suya, que lleva su nombre, son las firmas que componen su currículum. Pueden parecer pocas, no obstante su producción es vasta, y aún después de cumplir ocho décadas de vida continúa firmando alrededor de 20 colecciones al año.

Es el genio creativo detrás del éxito de Chanel, casa a la que salvó de la quiebra tras asumir la dirección en 1983, aunque asegura que la también legendaria Coco odiaría sus diseños, pues la sobriedad y formalidad que la fundadora de la maison es aburrida para un hombre que prefiere la diversión.

Es amado por mucho y odiado por otros, pero tiene un lugar indiscutible en la industria de la moda. Es muy versátil, su talento se adapta a cada uno de sus trabajos, pero es en su propia firma donde da rienda suelta al su estilo más personal. Es sinónimo de lujo pero también ha triunfado haciendo colecciones de bajo costo (low cost) para H&M y Macy´s.

LAS MUSAS DE KARL

"Me interesan casi todos los aspectos de la cultura y siento que todos me influyen de alguna manera. No existe una regla sobre lo que es inspirador y cómo puede afectarme. Para mí lo que funciona es observarlo todo, y luego olvidarte de ello y rehacerlo a tu modo", ha dicho acerca de su inspiración, sin embargo, no cabe duda que una parte fundamental de su proceso creativo son las mujeres.

Ha vestido a actrices, celebridades, modelos y damas de la nobleza. Cara Delevigne, Kristen Stewart, Blake Lively, Carolina de Mónaco, Vanessa Paradis, Diane Kruger, Anne Muglalis, Inés de la Fressange, Poppy Delevingne, Caroline Sieber, Vanessa Traina, Leigh Lezark, Daphne Guiness y por supuesto Anna Wintour, son algunas de las mujeres por las que Lagerfeld se ha hecho rodear.

Me gusta vestir a mujeres que se sienten cómodas con la vida que les rodea, declaró en una entrevista para la revista Glamour de España en 2014. A mí me gustan las mujeres alemanas, inglesas, francesas y hasta asiáticas. Y me gusta que sean cosmopolitas, con estilo vanguardista y que sepan reinventarse.

ENEMIGO DE LO POLÍTICAMENTE CORRECTO

Karl Lagerfeld es enemigo del mal gusto, asegura que no se avergüenza nunca de sí mismo, pero sí siente vergüenza ajena por las mujeres que usan flip-flops (sandalias de pata de gallo) o de las personas que son siempre políticamente correctas en sus conversaciones y no se permiten ser ellos mismos, a quienes tacha de aburridos. Lagerfeld no tiene reparos en decir lo que piensa; opina de política y economía, así como de temas sociales siempre que se le cuestiona. Algunas de sus declaraciones causan escozor.

Con respecto al actual debate sobre las tallas, por ejemplo, dijo: Nadie quiere ver a mujeres curvilíneas subidas a la pasarela. Hay mujeres gordas sentadas en frente de la tele con su bol de patatas fritas diciendo: “las modelos delgadas son feas”. La moda trata de sueños y de fantasías y a mí me gusta usar modelos delgadísimas en mis desfiles, pero no a mujeres anoréxicas. Nunca he conocido una mujer anoréxica, y no debe extrañarte porque solo el uno por ciento de la población tienen esta enfermedad, pero el 25 por ciento de las mujeres adultas tienen sobrepeso.

Karl Lagerfeld, diseñador, fotógrafo, lector; hacedor y vendedor de sueños y fantasías, un hombre dispuesto a vivir y morir y como una leyenda.

@gsi_k

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