La fatalidad es algo que necesariamente tiene que suceder, especialmente si es una desgracia. Tiene que ver con un destino inevitable que termina por imponerse a la libertad.
Así lo cuentan los mitos griegos, va un ejemplo. Cuando nace Edipo, el oráculo de Delfos anuncia que matará a su padre y se casará con su madre. Layo, el padre, lleno de terror manda a asesinar al niño. El sirviente con esa encomienda siente lástima y en lugar de matarlo lo entrega a unos pastores. Pasan los años, Edipo ya adulto tiene una disputa en el camino y mata al adversario, sin saber que era su padre. Continúa el camino y se enfrenta a la esfinge, enemiga del pueblo de Tebas, la vence. El pueblo lo considera héroe y como homenaje le ofrece en matrimonio a la reina, Yocasta, mujer de Layo, que resulta ser su madre. En esta historia los protagonistas siempre quisieron huir del destino, pero éste se impone, se tiene que cumplir como fue anunciado. Eso es fatalidad, las cosas tienen que suceder como fueron dichas, no hay culpa, no hay responsabilidad.
Kumamoto soñador no creyó en el destino. A los 25 años de edad y con el costal lleno de ilusiones, férrea voluntad y cantidades ingentes de trabajo organizativo logró construir la plataforma que le daría el triunfo del distrito local 10 de Zapopan, Jalisco.
Fue presidente de la sociedad de alumnos de su universidad y con, básicamente el equipo derivado de esa experiencia, compañeros estudiantes y maestros, logró construir una candidatura que se hizo viable en el contexto de un territorio clasemediero: La gente de ese distrito tiene acceso a las redes sociales, cierto nivel de politización y cultura básica. Elementos que se tradujeron, como muestra de apoyo, en recursos económicos, aunque éstos nunca debían rebasar la cantidad de siete mil pesos por ciudadano.
El equipo central de campaña cuidó básicamente dos aspectos: evitar la imagen de mesías y mover a la participación ciudadana. "Este triunfo se debe a muchas personas y no se debe a un caudillo o a mi rostro, sino a una acción colectiva que permeó en la sociedad", afirma con serenidad. Se cuidó mucho este aspecto, que no entendiera como una cuestión de 'líderes' brillantes y destacados.
Y la participación: "Es la agenda de una gran coalición para articular diagnósticos y presupuestos participativos, basados en las figuras de referéndum, plebiscito, consulta popular, rendición de cuentas y transparencia, como las declaraciones fiscales, de patrimonio y de intereses de cada personaje público".
¿Podremos nosotros sacudirnos el estigma de la fatalidad? ¿O quedaremos atrapados en una condena tan necesaria como contundente? Ya oigo las voces: 'eso de los candidatos independientes funciona bien en otras partes, no para nosotros', afirmación que de ser mil veces repetida termina por hacerse verdad.
Kumamoto usa el símil de la lucha con un gigante. Nos creemos un David que pelea contra un Goliat. Lo que no percibimos todavía es que a ese Goliat lo hemos inflado nosotros mismos. No es tan gigante como pensamos. Y va de nuevo, cuando somos capaces de salir de nosotros mismos para llegar al encuentro con los otros suceden cosas. Cuando cobramos conciencia de la propia dignidad, cuando somos capaces de ver al otro de frente y a los ojos, en ese momento algo pasa y nos damos cuenta del propio tamaño, vemos nuestras propias coincidencias. Aún en la diferencia podemos coincidir, eso es lo importante.
Tres elementos indispensables para el proceso: gran capacidad para imaginar la vida de otro modo, decisión firme e inquebrantable e inteligencia para plantear un esquema eficaz de organización.
Por ejemplo, esa misma noche, el joven candidato presentó su propio programa de resultados preliminares, construido con el esfuerzo y participación de 400 voluntarios que ejercieron su trabajo como había sido diseñado y con mucho más eficacia que el programa preliminar oficial.
Grandes sueños, un ingente trabajo organizativo. 30 voluntarios en el núcleo del comité de campaña, que impulsaron un trabajo de redes reales, con gente de carne y hueso contundentemente comprometida, y virtual, que hizo viral el mensaje en las redes sociales.
El cuartel fue un pequeño departamento en Zapopan. Lleno de mapas pegados en las paredes, cuadros, notas periodísticas, todo para ubicar muy bien el dinamismo poblacional, nivel económico, el acceso a internet, tendencia al voto. Todo fue sumamente cuidado.
El contraste con el territorio del 'carro completo' es descomunal. Cuáles son nuestras fortalezas y oportunidades, que quizá nosotros no, aunque otros seguramente sí, hemos detectado. Cuáles nuestras debilidades y amenazas. Y de nuevo, la respuesta no viene ni de fuera, ni de arriba. Es decisión, nacida en la ilusión, operada con inteligencia, es proceso.