En Torreón sólo han existido desde su fundación tres presidentes municipales extraídos de la oposición, en este caso del Partido Acción Nacional: Jorge Zermeño Infante, quien gobernó de 1997 a 1999; Guillermo Anaya Llamas, de 2003 a 2005 y José Ángel Pérez Hernández quien sucedió a Anaya e inauguró los períodos de cuatro años. Pérez ocupó la alcaldía de 2006 a 2009.
Este breve introducción viene a cuento porque el día de ayer el último alcalde panista de Torreón ha decidido renunciar al instituto político que lo llevó al poder.
A la distancia y sin tener mayor información disponible al redactar estas líneas, la decisión que ha tomado Pérez Hernández se lee como de simple lógica, ya que él ha formado parte del proceso degenerativo de Acción Nacional en Coahuila, particularmente en Torreón su renuncia es sólo un capítulo más de esta degradación.
Más aún, Acción Nacional en todo el país padece del flagelo de la corrupción que se le inoculó y desarrolló desde que ese partido alcanzó la presidencia en el año 2000 con Vicente Fox, y lograron por motivos más circunstanciales que de méritos retenerla por otro sexenio, con Felipe de Jesús Calderón Hinojosa como candidato presidencial.
Cuando el PAN alcanzó la Presidencia de la República, tuvo por razones naturales acceso a ingentes cantidades de dinero y de poder y con ello la exposición de sus miembros a las tentaciones, a las cuales muchos de ellos evidentemente sucumbieron. Ejemplos sobran y seguirán surgiendo.
Al igual que la degradación llegó a nivel nacional, por supuesto en el ámbito municipal de Torreón el hoy expartido de José Ángel se fue enredando en el juego del poder y de la lucha de los intereses particulares y de grupo, lo que ha reducido al PAN en Torreón a casi cenizas electorales.
En Torreón, el PAN tuvo acceso al poder cuatro años antes de la llegada de Vicente Fox. Jorge Zermeño ganó las elecciones en 1996 para asumir la alcaldía y relevar al Salvador Jalife, quien terminó la administración fatídica (que ahora parece juego de niños a lo que el gobierno que encabezó Eduardo Olmos le hizo al erario torreonense) de Mariano López Mercado, quien tuvo que dejar el cargo antes de terminar su trienio por escándalos de corrupción en su gobierno, particularmente en el Simas y el hoy desaparecido Coproder.
Zermeño Infante tuvo un desempeño aceptable y con o sin razón, se generó la percepción de que Jorge Zermeño era un político honesto. Sin embargo, la buena administración no fue ratificada en las urnas y el PRI recuperó la presidencia municipal en 1999. El efecto Fox condujo al mejor resultado electoral del PAN en su historia y don Jorge alcanzó una bella senaduría. Nada mal.
En esa oleada, Guillermo Anaya ya estaba en escena porque fue en la segunda parte del sexenio de Rogelio Montemayor diputado local. Fox le facilitó el camino a convertirse en diputado federal en 2000 y antes de concluir su mandato, logró recuperar la presidencia municipal en aquellas elecciones del 29 de septiembre de 2002.
En esa oleada de triunfos y accesos al poder y al dinero público, se incorporaron personajes como Jesús de León Tello, Luis Gurza Jaidar (de abolengo partidista de entonces) Luis Fernando Salazar y José Ángel Pérez. Por supuesto que hubo otros personajes y ciudadanos que alcanzaron puestos de elección popular, pero su relevancia ha sido menor a los mencionados. El licenciado Juan Antonio García Villa, institución del panismo torreonense, ha permanecido con un perfil más bajo en ese período, aunque no por ello ha sido totalmente ajeno.
Así las cosas, este breve resumen es para ejemplificar el período en donde los panistas se han dedicado desde que llegaron, a mamar y cuidar sus intereses de grupo. Desde hace más de una década, Guillermo Anaya consolidó su grupo de poder, que tuvo en un inicio como líder a Jorge Zermeño, el cual fue menospreciado y ninguneado en los últimos años. José Ángel le entró al juego y armó su grupo. Con dinero suyo compró los votos necesarios en el interior de su partido para ganarle al petulante Anaya que quiso dejarle la alcaldía a Jesús de León. La presidencia de Pérez fue trágica por el carácter del hoy renunciante, que peleó con todos y con el gobernador del estado, pasando la factura a los ciudadanos de Torreón.
Tan pendenciero y obstinado fue Pérez, que el control del partido nunca lo volvió a tener, al contrario. Anaya y ahora Luis Fernando Salazar se adueñaron por completo de la estructura, para servirse primero ellos antes que nada.
Otros panistas se han ido del barco casi hundido, aunque éste todavía le alcance para repartir migajas como regidurías por ejemplo; pero la marcha de José Ángel al menos en el papel, es la pérdida más representativa de los últimos años para el PAN.
La mala noticia para el ciudadano es que Acción Nacional es en la región el único partido que le podría oponer competencia al PRI, para generar al menos contrapeso y que fuerce un mejor desempeño público, pero la autodestrucción del panismo es allanarle las cosas al PRI, y ya hay historia para visualizar cómo nos va a ir.