Piense usted en los metros cuadrados que mide el lote sobre el que está asentada su vivienda, visualice cómo establece la diferencia entre el territorio que ocupa y el su vecino más próximo. La experiencia de límites está presente en nuestra vida cotidiana. Las fronteras como división territorial han tenido un sentido práctico que motiva su construcción y que al mismo tiempo inspira un fuerte sentido simbólico. El sistema de límites está más presente en nuestra cotidianeidad local y global.
Los procesos de evolución en las fronteras nos permiten revisar la funcionalidad para la que se crearon, analizar las experiencias que se provocan entorno a las divisiones territoriales o imaginarias, y cómo el uso de estas demarcaciones pueden ser leídas para determinar la vigencia o caducidad de algunos escenarios históricos.
Retomando el ejemplo de ese lugar al que llamamos hogar, podemos analizar lo que acontece con esa división ordinaria del espacio para comprender las distintas lógicas que se dan en las fronteras. Ese territorio al que le designamos el término casa, al mismo tiempo que sirve para efectos prácticos de seguridad, genera en los cohabitantes unos vínculos que se pueden verbalizar como lazos familiares, exige un mínimo de organización al menos implícita que provoca diversos roles o estructuras.
Al mismo tiempo ese espacio, la casa particular, establece diferencia entre los que viven allí del resto del grupo humano que está en el entorno. En referencia a los que viven en un mismo hogar se construye una identidad a esos otros. Así, los que no son aquellos con los que comparto techo, son mis vecinos, extraños, desconocidos. Esta construcción de los otros puede designar arbitrariamente, según intereses y experiencias, como una amenaza o como resguardo.
La caducidad de las fronteras establecidas para construir culturalmente un modelo de "familia de casa", bajo la perspectiva de resguardo de la vida, la podemos constatar en los datos de sobre la inseguridad que puede vivir un ser humano en el ámbito privado que se le ha denominado "dulce hogar". La Encuesta Nacional de sobre la Dinámica de las relaciones en los Hogares (ENDIRH-2006) señala que el 43.2 % de las mujeres vivió algún tipo de violencia ejercida por su última pareja, en Coahuila, según el mismo estudio, el promedio de violencia a mujeres en su ámbito familiar es superior a una de cada tres.
Las actuales fronteras entre las naciones son fruto de un proceso que a su vez hizo caducar un previo sistema de fronteras establecidas por las Ciudades-Estado que funcionaban en la organización feudal. En dichas ciudades las murallas servían para establecer una serie de relaciones entre los habitantes interiores y de éstos con lo "exterior", dichas relaciones estaban basadas en la subordinación. En ese proceso de derrumbar las murallas feudales, según Antony Black en su investigación sobre el pensamiento político europeo en el período de 1250-1450, fue clave la idea de independencia cívica y de un gobierno popular, idea que atravesó todas las fronteras de la Europa.
En muchas de las hasta ahora vigentes fronteras de los Estados, tal y como hoy están configuradas, con sus respectivos sistemas de resguardo, allí está teniendo lugar una serie de desastres humanitarios que desafían la actitud y las relaciones entre los "habitantes nacionales", protegidos por sus fronteras, con los otros seres humanos que son objeto de migración forzada. El rechazo no es una alternativa menor, ya que estos migrantes pueden desestabilizar el estatus quo de las sociedades y sus fronteras.
La hipermetropía tan generalizada, percibimos lo que sucede lejos y no lo que está cerca, nos hace conmovernos y cuestionarnos por las imágenes de los migrantes asesinados en su esfuerzo por cruzar las fronteras, sucesos del otro lado del mundo. Y tenemos dificultad para ocuparnos de los desastres humanitarios en la frontera México-Guatemala, o Colombia-Venezuela; poco nos planteamos si los problemas en las fronteras entre Perú-Chile, Bolivia-Chile, Bolivia-Paraguay son muestra más de que hemos adoptado una serie de modelos que, lejos de favorecernos una mejor relación entre países, nos hace confrontarnos.
El problema de las fronteras y la migración forzada es otro signo de que el sistema económico neoliberal desposibilita las condiciones para la vida humana, que tienen una lógica intrínseca de concentración, un círculo vital que progresivamente reduce sus fronteras. No es cuestión de ideologías, ni un tema de gobiernos de derecha o izquierda. Es un asunto de modelo económico que genera la muerte de seres humanos. No podemos postergar la fecha de caducidad de estos modelos.
@dtdavid