Vaya acción la que le tocó a Roberto García Orozco, en una de las últimas jugadas del partido entre el América y Pachuca jugado el sábado pasado en el Azteca. La mano de Pablo Aguilar es inobjetable pero entra la eterna polémica de si fue deliberada o no. En mi opinión, luego de ver mil repeticiones, se trata de un disparo muy cercano y fortísimo por lo que dudo que pueda existir la intención. La marcó y los americanistas se quejan; no la hubiera sancionado y el resto de la afición diría que se ayuda a los azulcrema. O sea que como en el dominó, por donde la tires. Así es el arbitraje de difícil.
Sin embargo, no deja de tratarse de una jugada de apreciación y en el microsegundo que Roberto tuvo para juzgarla, la consideró penal y no dudó. También hay que aplaudirle el carácter para sancionar una falta al minuto 91 que decidía la eliminatoria ya que, insisto, no se puede considerar un error. Algunos otros colegas apoyan mi opinión y otros muchos no están de acuerdo. La pasión en su máxima expresión.
Alta traición la que cometió con sus compañeros y con la institución que lo trajo a México el zaguero argentino Paolo Goltz. Mire usted que ir a pegar una patada a 70 metros de su arco, buscando la humanidad de Hirving Lozano y sin que nadie obstruyera la visión del silbante, es como envolverse para regalo. Muy bien juzgada la acción por García Orozco.
El mejor arbitraje hasta el momento nos lo regaló Francisco Chacón en el juego de vuelta entre Atlas y Chivas. Fue revalorado por la actual administración arbitral y el tipo ha respondido como los grandes. El juego no era sencillo y supo atemperar las pasiones para terminar muy por encima del encuentro. Incluso pudo manejar muy bien los penosos incidentes de la barra de los Rojinegros.
Si bien es cierto que cuando se presentan este tipo de situaciones en un terreno de juego se debe actuar con cautela y privilegiar la seguridad de jugadores, cuerpo técnico y público en general, me pareció excesivo el tiempo para reanudar el cotejo. Siento que una vez bloqueado el acceso por donde penetraron los rijosos, se debió continuar para que la gente pusiera atención al juego y no a esa bola de descerebrados. La opinión del comisario también cuenta.
No se arrugó, ante la tremenda presión que ejerció el público del "Volcán", el silbante José Alfredo Peñaloza. Sabemos que el público de los Tigres aprieta y pide tarjetas y faltas a su favor prácticamente en cada jugada pero no le temblaron las piernas. Casi para finalizar el cotejo se pide un penal cuando el delantero de Tigres tropieza accidentalmente con la pierna del zaguero Adrián Aldrete.
Los juegos de vuelta fueron en general bien dirigidos, por lo que es muy posible que los cuatro sigan adelante ahora en semifinales. Paul Delgadillo también condujo adecuadamente el Veracruz ante Querétaro.
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