El asunto de la investigación por supuestos actos de corrupción de algunos miembros del comité ejecutivo de la FIFA, sobre todo en lo que al otorgamiento de las sedes mundialistas se refiere, ha destapado una coladera bastante hedionda donde, si realmente se va hasta el fondo, aparecerán roedores de todo tamaño y color que se hicieron millonarios vendiendo su voto al mejor postor.
Es una pena que al deporte con mayor poder de convocatoria a nivel mundial, independientemente del gusto por él o no, le haya caído la plaga de la corrupción pero si nos detenemos a pensar, no podía haber sido de otra manera.
El todavía presidente en funciones, Joseph Blatter, lleva 17 años en el cargo pero estuvo otra cantidad similar como secretario general bajo el mandato de Joao Havelange. Don Pepe se encargó de manejar los hilos de la secretaría hasta convertirse en un verdadero poder detrás del trono y el jerarca brasileño hacía como que decidía y daba la cara para legalizar lo que ya venía cocinado desde las oficinas de Zurich.
Otros muchos empleados de alto nivel y por supuesto miembros del comité llevan una treintena de años en sus puestos, la mayoría de ellos honoríficos, por lo que resulta chocante enterarse que ahora son millonarios en dólares.
Además, molesta que sea el "policía del planeta", los Estados Unidos, quienes se hayan encargado de destapar el lodacero. Ellos argumentan que los delitos se cometieron en territorio estadounidense pero todos sabemos que los gringos no dan paso sin huarache, por lo que queda la impresión de un asunto más bien de carácter político.
Tampoco es casualidad que el "oreja", el delator, el traidor, el "hojaldra" que denunció todo y escupió la sopa sea "gabacho". Un innombrable sujeto que puso la oficina de Concacaf en la 5th Avenida de Nueva York y se robó hasta los lápices fue quien denunció a sus pares a cambio de inmunidad. ¡Qué bonita familia!
Lo malo es que con todo este descrédito y la danza de los millones que supone el otorgamiento de sedes mundialistas, se esté perdiendo un tiempo precioso para analizar a fondo lo que sucede en el futbol verdad, el de la cancha, así como en temas tan puntuales y urgentes como el arbitraje.
A los nazarenos de todo el mundo los han dejado solos. Inmersos en un mundo lleno de intereses económicos, con un futbol cada vez más disputado y físico, entrenadores que plantean esquemas que no dejan lugar de la cancha para jugar, futbolistas tramposos que saltan a la cancha a engañar al silbante y medios de comunicación que exaltan sus yerros, nadie en su sano juicio se dedicaría a esta profesión.
Urgen la capacitación, el trabajo en el desarrollo humano de los silbantes y la incorporación de la tecnología. Hay que hacerlo antes de que toque al cuerpo arbitral…El descrédito.
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