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La Columna de Brizio

EL ROBLE Y LA PALMERA

ARTURO BRIZIO CARTER

En la relación con mi padre, don Arturo Brizio Ponce de León, sucedió lo mismo que se relata en las historias que tienen que ver con el amor filial. De niño era para mis ojos un súper hombre; de adolescente, un viejo caduco e intolerante; ya de adulto, el amigo que veía el mundo desde una perspectiva razonada y justa y ahora que no lo tengo conmigo, considero que era un sabio.

Alguna vez se puso sobre la mesa una discusión sobre las convicciones. Uno de los implicados afirmaba poseer principios irreductibles e innegociables en lo que él llamaba "su autenticidad". Papá decía que era imposible ir por la vida sin dar a los otros ni siquiera el empate y que, en caso de así hacerlo, la senda iba a ser dura y pedregosa.

Para ello, se valió del símil que da origen a esta colaboración: La historia del roble y la palmera.

El roble presumía de su rigidez y de la fuerza que sus hondas raíces daban al majestuoso tronco y las soberbias ramas que lo poblaban. Despreciaba a la palmera porque ésta se doblaba según el soplo del viento. He ahí que un buen día se soltó un huracán, con ráfagas que alcanzaban los 200 kilómetros por hora. Cuando volvió la calma, los vecinos del lugar descubrieron un gigantesco agujero. Era el lugar donde había estado el señorial roble quien, imposible de doblar, había sido arrancado de cuajo por el inclemente aironazo. En cambio la palmera, que se pudo doblar hasta el suelo, lucía radiante y perfectamente erecta.

Esta anécdota viene al caso cuando se está hablando de la posibilidad de contratar a Marcelo Bielsa para hacerse cargo de la selección nacional de México.

El "loco" acaba de desvincularse del Olimpique de Marsella pese a haber llegado a un acuerdo verbal, lo que en teoría, abriría las puertas para su llegada al Tri.

Hombre de convicciones, Bielsa se parece mucho al roble de nuestra historieta. Incapaz de ceder un ápice en su concepción de los valores y la disciplina, encontraría tierra fértil para sus intempestivas renuncias en el desorden, falta de palabra de honor, compromisos comerciales, sed de dinero, ausencia de planeación, patadas por debajo de la mesa y un sector de la prensa golpeadora y negligente que caracteriza a nuestro balompié.

Un querido amigo que ha estado cerca de Marcelo se declara su fan y me dice que ni "loco" vendría a México. Yo creo que haría bien por su salud mental y la de la selección.

Recuerdo que cuando dirigía al Atlas, fue invitado a un evento en Barra de Navidad al que denominaron "futbol 2000". Al hombre lo expulsaron el sábado en un juego ante el América. Lo recuerdo porque documentó delante de mí ese domingo. A la hora del despegue faltaba un pasajero. Sí, adivinó usted, era Marcelo Bielsa, quien de último momento decidió no viajar con la "pelusa" federativa. Todo un roble.

apbcarter_1@hotmail.com

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