Cuando la mayoría de ustedes, amables lectores, quizá no habían nacido o eran muy pequeños, tuvieron verificativo en la Ciudad de México los Juegos Olímpicos. Corría el año de 1968 y apenas unos días antes había ocurrido una matanza de estudiantes por las fuerzas del orden que pasó desapercibida para gran parte de la población dado el cerco informativo y la censura que ejercía con mano férrea el Gobierno Federal.
Diez días después de la feroz represión, el 12 de octubre, Enriqueta Basilio con ágil paso de gacela y portando la antorcha olímpica, recorrió la pista del estadio de Ciudad Universitaria para trepar por el graderío y encender el pebetero que alumbraría a la hermandad atlética universal.
México dio la campanada ganando 9 preseas, repartidas de 3 en 3 en oro, plata y bronce. El momento más emocionante fue cuando un jovencito de 17 años, apodado el "tibio", enloqueció a los asistentes a la alberca olímpica ganando los 200 metros estilo pecho. Todavía hasta la fecha, se enchina la piel al recordar las lágrimas de Felipe Muñoz al escuchar el Himno Nacional y ver subir a todo lo alto nuestra enseña patria desde el podio de vencedores.
El boxeo otorgó 4 medallas, dos de oro y dos de bronce; Maritere Ramírez se colgó un bronce en natación mientras que Pilar Roldán en esgrima, Álvaro Gaxiola en clavados y el sargento Pedraza en caminata cerraron la cuenta con sendas medallas de plata.
Al principio de las competencias, sólo dos metales se daban como "cinchos", es decir, seguros: El del tritón Guillermo Echevarría en 1500 metros nado libre y el de la selección de futbol, integrada por primera vez por jugadores de primera división. Memo llegó atrás de la ambulancia, en último lugar y los "ratones verdes" perdieron el bronce ante Japón. ¡Qué pena con las visitas!
Pero hubo un equipo que emocionó en forma increíble al público y pese a no ganar medalla alguna, los nombres de sus integrantes salían a la plática con admiración y cariño. Era la selección nacional de baloncesto. Dirigidos por Lester Lane, jugadores de la talla de Ricardo Pontvianne, Arturo Guerrero, Manuel Raga, Toño Ayala y Carlos "aguja" Quintanar dieron a nuestro país un honrosísimo quinto lugar arrebatado a toda ley a las grandes potencias de aquel entonces.
Esto viene al caso al ver el gran papel de la "otra selección" mexicana, que llenó hasta el tope el Palacio de los Deportes, llenando de adrenalina al público y quedando a nada de obtener el boleto directo a los juegos olímpicos de Río de Janeiro.
Sin pretextar grillas, falta de apoyo y fogueo, los dirigidos por Sergio Valdeolmillos y capitaneados por Gustavo Ayón, los 12 guerreros dieron una gran muestra de agallas, calidad y vergüenza deportiva.
Seguramente en la repesca obtendrán el boleto. Mientras, mi admiración y respeto.
¡Vamos, muchachos!
apbcarter_1@hotmail.com