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La Columna de Brizio

ÉRASE QUE SE ERA

ARTURO BRIZIO CARTER

La frase con la que se titula la presente colaboración era la forma en la antigüedad de empezar los cuentos. Me permitiré narrarle a usted, amable lector, uno cuyo parecido con la realidad no será más que fruto de la imaginación, coincidencia o de plano muy mala onda de quien piense lo contrario.

Érase que se era un cuate que no tenía mucha lana pero que poseía esa viveza que sólo otorga la calle y la necesidad. Ideó un negocio de ésos en forma de pirámide y empezó a vender productos a los que se les confieren propiedades casi mágicas. A partir de ahí, amasó una impresionante fortuna que ha resistido las más férreas auditorías de las autoridades hacendarias y la crítica de aquellos envidiosos que no pueden ver una cuenta bancaria con muchos ceros sin atribuírsela al narco o a ligas con lo más gachito de nuestra sociedad.

De repente, se dio cuenta de que a pesar de su prosperidad económica, casi nadie lo identificaba y entonces se le ocurrió ingresar al mundo del deporte. No crea usted que se convirtió en atleta o algo parecido. Decidió comprar un equipo de futbol y si ya de gastar se trataba, ofertó por el más popular en la República Mexicana y más allá de nuestras fronteras.

Para ello, con la audacia que lo caracteriza, le ofreció a los tenedores de acciones de ese club una cantidad que el 80% de ellos no había visto junta en su vida. De esa manera logró que la mayoría aceptara vender y aunque les pagó tarde, mal y nunca, se hizo de los terrenos de la institución, las cartas de los jugadores y, lo más importante, del nombre comercial del equipo de futbol que es toda una franquicia a nivel mundial.

A partir de ahí, prometió hacer del club el equipo más importante y ganador de México logrando, a cinco años de su gestión, darle un título a su nutrida afición.

El problema de este compa es que tiene conectada la cabeza con el hígado y suele tomar decisiones arrebatadas. Han sido tantos los golpes de timón que la embarcación gira en redondo, con serias posibilidades de naufragar.

No usa corbata ni calcetines, anda en moto a pesar de su edad, no bebe, no fuma y pese a ello tiene la mirada de alguien que no acaba de ser feliz.

Actualmente se ha enfrascado en el peor negocio de su vida: Divorciarse por las malas de una mujer rica, exitosa y a quien había metido como socia casi en todos sus bisnes.

Lo he visto una sola vez en persona, hará cosa de un año y creí que estaría frente a un tipo con una personalidad arrolladora. Me equivoqué. Lo que tuve ante mis ojos fue un hombre que luce desprovisto de salud, con conceptos anodinos y muy, muy aburrido.

Acaba de decretar el enésimo despido en la cúpula de su equipo. Otra apuesta carísima que seguramente fracasará. Érase que se era un hombre tan pobre, que sólo tenía dinero.

apbcarter_1@hotmail.com

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