Hay una actividad dentro del futbol que, en mi opinión, está totalmente sobrevalorada: La dirección técnica.
En deportes como el beisbol, si no hay mánager es imposible aspirar a la obtención de resultados; en el futbol americano, la serie de coaches que planean y dirigen un encuentro hacen impensable prescindir de ellos. En el soccer, hay equipos que pueden ser campeones a pesar del entrenador. De ese tamaño es el asunto.
Aprovechando la notoriedad que les otorgan los medios masivos de comunicación, algunos de ellos se han convertido en verdaderos actores, no sé si de carácter, porque sus desplantes los hace aparecer como figuras de marioneta y francamente tragicómicos.
Uno de ellos es Tomás Boy. Ganador de nada, pesado como vaca en brazos, quiere hacerse el polémico y resulta patético. Ahora tomó las riendas de Cruz Azul y en su más reciente partido en casa empató con el Veracruz. Como no encontró otra explicación, se fue con la cómoda de echarle la culpa de sus males al árbitro Fernando Guerrero. Esto, aparte de falso, constituye un acto de cobardía contumaz.
Otro caso es el José Saturnino Cardozo. En el juego ante el América, plantea perfectamente mal sus esquemas y le caminan por encima. Fruto de los riñones de un solo jugador como Enrique Triverio logran empatar y luego le sacan el resultado. En lugar de ajustar, se la pasó reclamando las decisiones arbitrales y echándole el público encima al silbante.
Matías Almeyda, el último redentor del Guadalajara, regala la ventaja ante Pachuca con una serie de cambios ilógicos. Después, quieren ganar a penaltis que sólo existieron en su imaginación. Quedaron 4-4 pero bien pudieron perder hasta por goleada, de no ser por las milagrosas intervenciones del guardameta Toño Rodríguez.
Y así es semana tras semana. Los entrenadores nunca se equivocan y los comentaristas se escudan, para no exhibirlos, en el pobre argumento de que "ellos conocen lo que pasa en el día a día". ¡Pues ni modo que no! Para eso les pagan.
Además, los equipos parecen ser de su propiedad.
Recuerdo que, la primera vez que un equipo mexicano iba a asistir a Copa Libertadores, con su campeón reinante, fue con Tigres. Habían armado un plantel como de 40 jugadores para tan solemne ocasión y el "Tuca" Ferretti decidió llevar a un tercer equipo, a ciencia, paciencia y conciencia de su endeble directiva. ¡Para volverse locos!
El director técnico debe tener un liderazgo importante y saber plantear los partidos pero los ejecutantes son los jugadores. Me da mucha risa verlos desgañitándose cuando el jugador en la cancha ni los escucha y de eso, le juro que fui testigo presencial.
Viene el principio de la eliminatoria mundialista para México y habrá que "merendarse", a toda hora, al señor Juan Carlos Osorio. La farsa y la comedia.
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