Mi querido y admirado amigo Enrique Burak afirma que la mejor época del año es cuando hay beisbol de grandes ligas y futbol americano profesional. No soy nadie para desmentirlo pero creo que con poco pinole le da tos. Lo más padre es la liguilla del futbol mexicano.
En un torneo mediocre como el nuestro, donde cualquiera gana por goleada y se come de a cuatro la siguiente semana; en el que tenemos campeones goleadores que escasamente llegan a dos dígitos; en el que los técnicos "ratoneros" van solamente por el empate y la asistencia a los estadios es cada vez menor, es un viento de refresco este tipo de partidos donde no hay mañana y el que pierde, simplemente se va a su casa y muchas gracias por participar.
Usted pensará que me estoy contradiciendo pero no hay tal. El tema es que si el torneo regular terminara hoy, los Pumas serían los campeones pero habría muy poco que festejar. Por eso me gusta la liguilla.
Me tocó presenciar muchísimos torneos de los llamados "largos", donde se jugaba a dos vueltas, todos contra todos y al final el que hacía más puntos se proclamaba campeón. El sistema prevalece en las principales ligas europeas como la de España, Francia, Italia, Inglaterra y Alemania, sólo por citar algunas.
En algunas de ellas, el líder "roba" y se corona semanas antes de que el calendario termine pero no pierden interés. ¿Por qué? Pues simplemente porque hay equipos que disputan lugares en las competencias continentales como la "Champions" y la "Europa league" y también suele haber hasta tres clubes que descienden cada año.
En México, con el verso del "cociente", siempre estará en desventaja el equipo recién ascendido y es poco en realidad lo que está en juego, salvo el boleto a la "Libertadores", por ello me inclino a esta postemporada azteca, llena de folclor.
También estuve presente cuando a principios de los 70 se dividió la liga en dos grupos, jugándose por primera vez una "gran final". Los contendientes fueron América y Toluca correspondiendo a los "cremas" el honor de coronarse.
Luego el tema fue evolucionando, hasta el sistema que prevalece hasta nuestros días. Torneo de a mentiritas y en tres semanas, a matar o morir.
Me tocó asistir como espectador a un sinnúmero de partidos en finales; acompañé a mi padre cuando le tocó estar en ellos y tuve el inmenso privilegio de participar en muchas liguillas, llegando a dirigir 10 finales de campeonato, todas en el juego de vuelta.
Es por ello que me atrevo a contradecir al señor Burak y a todos aquéllos que piensen que este mini torneo es una vacilada publicitaria, una sacadera de dinero para el espectador y un negocio que sólo favorece a las televisoras.
Se trata de la "fiesta grande" del futbol mexicano. Simplemente, la mejor época del año.
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