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La Columna de Brizio

PARA MORIRSE

ARTURO BRIZIO CARTER

La gran final del campeonato mexicano ha sido una de las más excitantes, emocionantes y dramáticas de la historia, llevando el guión hasta las últimas consecuencias y dando fe del buen funcionamiento cardíaco de aquéllos que asistieron al estadio y a los millones de espectadores que la miraron por la televisión.

Todo parecía definido cuando en el partido de ida, los Tigres tomaron una cómoda ventaja que daba la impresión, los coronaría como los nuevos monarcas del balompié nacional, sin embargo, estaba por verse la mejor versión de esos Pumas que acabaron como súper líderes y tuvieron una liguilla para el olvido. Así de especial es esta postemporada de nuestro futbol, con críticas pero también con altas dosis de suspenso.

Memo Vázquez mandó a su equipo a jugar de la única forma que podía hacerlo: Atacando. A veces mal e incluso desordenado pero buscando el arco rival y haciendo lo más difícil que era quitarle la pelota a un cuadro como el norteño que basa en la tenencia del esférico gran parte de su poderío.

Abusando por momentos de los centros, fue por esa vía que en la agonía del primer lapso consiguieron el tanto que prendía la llamita de la esperanza. Para la segunda mitad, un desconocido Fidel Martínez inyectó la dosis de técnica que se necesitaba para inquietar a una zaga tan sólida y trabajada como la de los pupilos de Ferreti y de esa manera, los del Pedregal se situaban a sólo un gol de la hazaña.

Memo sacó de la chistera a una contratación "petardo" como la de Silvio Torales y, milagrosamente consiguió el tanto de la igualada enloqueciendo Ciudad Universitaria.

Ahí vino la desconcentración de Eduardo Herrera, haciéndose amonestar por una tontería y regalando su expulsión al disputar una bola sin sentido. Eso fortaleció a Tigres que en el tiempo extra volvió a tomar la delantera luego de una obra maestra de André-Pierre Gignac, sin duda el mejor jugador de la liga.

Pero la cosa no paró ahí. Pumas llevó al límite su resistencia, haciendo parecer que el que estaba en inferioridad numérica eran los Tigres y otra vez en esto que era como para morirse, empató el global por medio de un gol de purititos redaños conseguido por Gerardo Alcoba.

Aquello quedaba listo para el epílogo del culebrón. Los penales se tiraron en otra portería a la originalmente designada, en algo que deberán explicar cuerpo arbitral y comisario del encuentro y el resto… El resto usted ya lo conoce.

Tigres es campeón aunque su corona ya está abollada desde el estreno. Pumas dejó constancia de una dignidad que los hace ver señoriales aun en la derrota. El "cómo no te voy a querer" sigue retumbando en los oídos de quienes presenciamos esta gesta heroica.

Ya como dato curioso, Memo Vázquez y Alejandro Castro vuelven a estar en un juego dramático y pierden el título en penales. Ambos hicieron un gran trabajo.

Apbcarter_1@hotmail.com

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