No se progresó esta vez, no hubo evolución positiva, un limitado rival exigió al máximo a Santos Laguna pero al final de cuentas y a diferencia de otras ocasiones muy recientes los Guerreros se quedaron con los tres puntos. El visitante, las Chivas Rayadas del Guadalajara, nos dejó claro que aquello de equipo grande será para una mejor y muy lejana ocasión. Completamente adaptado a su nueva condición de equipo que desesperadamente busca eludir el descenso, vino al Corona a no permitir gol sin importarle un méndigo rábano el arco rival. Acorde a la escuela lapuentista que tanto éxito le dio al Necaxa, uno de sus alumnos más distinguidos (el otro dirige en división de ascenso al San Luis) implementó el clásico sistema, nadie se desespere, esperen el error del rival. Aún perdiendo uno a cero y con el reloj avanzando nadie rompió filas, las líneas siguieron bien marcadas, dos de cuatro atrás de media cancha, preferible esperar un balón detenido, una mala recepción, un pase equivocado en la última línea, lo que sea, menos arriesgar el 2-0 cero en contra.
Con el actual Guadalajara eso de que da lo mismo perder uno cero que dos cero es una tontería, como equipo que lucha por no descender, el abandonar el rigor táctico es impensable, difícilmente lo van a golear, el problema es que da lo mismo si pierdes, sumar es la clave y la apuesta de José Manuel es arrancar puntos de uno en uno de visita y en casa puede alternar victorias con eso debe de bastarle. Por su parte, Santos Laguna mostró algunos de los vicios que lo aquejaron al arranque del torneo, una desesperante imprecisión a la hora de pasar el balón y sólo porque las Chivas no existieron en ofensiva, parte por inoperancia de los que estaban, parte por los ausentes: De Nigris, Fabián y Arce, no aprovecharon los desatinos de la zaga santista.
Pero algo debe de premiarte el futbol cuando no paras de luchar y correr desde el uno hasta el noventa, algo debe de premiarte el futbol cuando como técnico mantienes en la cancha a cuatro futbolistas con características ofensivas, algo debe de premiarte el futbol cuando sigues apostándole a la esencia del juego, meter más goles que el rival.
Renglones aparte lo del arquero Agustín Marchesín, hace mucho pero mucho tiempo que no veíamos un fenómeno como el que ahora ocurre entre el Territorio Guerrero y el guardameta del Santos, un amor a primera vista, dirían en las caricaturas de mis tiempos "Ídolo al momento marca ACME" fui testigo de primera fila del amor que ya le profesa la parcialidad lagunera, cuando lo grite en la alineación la respuesta fue inmediata y unánime, es oficial damas y caballeros Santos Laguna ha fabricado un ídolo más, "fabricado" ahora que lo pienso esa palabra no encaja bien, el amor de una afición como la santista nada tiene que ver con "fabricaciones" que es sinónimo de algo planeado y elaborado, no, la conexión entre Marche y la afición es espontánea y está basada simplemente en dos cualidades del argentino, calidad y compromiso.
Oswaldo Sánchez no se olvida, indigno sería hacerlo, él ya es un guerrero de honor, su lugar en el corazón guerrero es indiscutible e inamovible, ahora, conociéndolo bien e integrado a nuestra comunidad en forma definitiva, lo más seguro es que disfruta todavía más de los triunfos de este "nuevo" Santos y se emociona con las atajadas de Marche. Este equipo modelo 2015 de Caixinha tiene un crack indiscutible y es el último en el campo, usa guantes y un rostro imperturbable, se llama Agustín Federico Marchesín y nació en San Cayetano, tenía que ser.
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