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La Columna de Rosell

RAFAEL ROSELL

Cuando a los que le vamos con todo a un equipo y sus directivos nos dicen que es tiempo de reestructuración ("Rebuilding" le dicen los gringos) nos ponemos a rezar y a hacer acopio de paciencia. Está sucediendo con los Acereros de Pittsburgh, los Bravos de Atlanta y por supuesto Santos Laguna, y resulta que un servidor es fanático de los tres. No digo que van a poner a prueba mi lealtad o fidelidad porque estoy irremediable y perdidamente enamorado de estos tres conjuntos, me voy a ir a la tumba queriendo a mis equipos sin importar que traigan al Licenciado Bombita para que los dinamite y los vuelvan a construir. En este momento mis Guerreros se encuentran en un doloroso proceso de cambio y las probabilidades de ligar dos torneos sin liguilla son mayores a lo contrario, los Steelers van a jubilar a varios de sus insignes veteranos incluyendo al épico Troy Polamalu, y contratan jóvenes para que cuajen, digamos, en un mediano plazo, los dueños del equipo los venerables Rooney no se caracterizan por ser compradores compulsivos. Los Bravos de Atlanta de repente decidieron vender a la mitad de sus peloteros titulares y ahora sus futuras estrellas son proyectos que deberán de dar resultados al menos en tres o cinco años.

Uno entiende, pero, ¿por qué los tres el mismo año? Este 2015 pinta como José Luis Cuevas, o sea de la fregada. Santos sin liguilla, Pittsburgh sin playoffs y los Bravos perdiendo noventa juegos y obvio sin postemporada, que los aguante su abuelita, proclamaría cualquier aficionado cuerdo, pero yo no, estoy dispuesto a saborear las escasas victorias y deprimirme por cada frecuente derrota, pero al fin y al cabo esto es cíclico, ¿de eso se trata no? Ponernos a prueba para saber si estamos dispuestos a soportar el acoso de nuestros amigos y compadres, por cierto, ¿por qué demonios me hice compadre de unos güeyes de los cuales ninguno le va a ninguno de mis equipos? Y lo peor, en lo que se refiere a la NFL uno es patriota y el otro es raider, impresentables individuos sin duda.

Pero volviendo al asunto de cuando nos envuelven tiempos obscuros y no se ve para cuándo salga el Sol, los colores de la camiseta y nuestros héroes deportivos de antaño siempre vendrán al rescate, por algo somos sus inquebrantables seguidores, que venga lo que tenga que venir, que se pueden acumular derrotas como mentiras de político mexicano, que se apilen, que por ahí podemos dar una grata sorpresa y colarnos a cualquiera de las fiestas de postemporada, bienvenida sea, pero como simple precaución este año la convivencia con nuestros amigos deberá de cambiar, eso de juntarnos para ver el juego del Santos, Bravos o Acereros ya no es viable, la inminencia de las burlas son prácticamente un hecho, optaremos por ver los partidos en solitario, recluidos, como en un bunker antirradioactivo, aislados como parias de la sociedad, ahora, si insisten y quieren invitarme a una carnita asada o simplemente botanear, deberá de ser con otro pretexto, ¿qué tal comentar la serie del momento en Netflix?, o ¿lo arrolladoramente simpáticas que son nuestras ocurrencias en el grupo de whatsapp? Temas no han de faltar, el asunto para este afligido servidor es eludir a los testigos carrillentos de la "reingeniería" de mis equipos adorados. Digo, espérenme dos o tres temporadas o como diría Armando Ramírez el "Chin Chin el Teporocho", "qué tanto es tantito".

rrosell50@hotmail.com

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