Siempre que un árbitro protagoniza un partido de futbol el noventa y nueve por ciento de las veces es dañino para el espectáculo. Son escasas las ocasiones en que se destaca una buena actuación el juez y es acaso injusto, pero recordemos, ellos no cuentan para fines del entretenimiento. El asunto es que la mayoría de los silbantes mexicanos esto no lo aceptan, se niegan a ser meros instrumentos para la observación de las reglas y lejos de mediar y orientar a los futbolistas para el cumplimiento de las reglas pasan a cobrar revanchitas que sólo existen en sus complejos y pequeñez de pensamiento.
No existe algo más peligroso en este mundo que un resentido social con poder, a escala mundial están Putin y Maduro como algunos ejemplos de muchos y ahora sí que a nivel de cancha están los árbitros mexicanos (con honrosas excepciones, César Arturo Ramos es una de ellas) llenos de complejos de inferioridad (dicen los que saben de sicología que el complejo de superioridad no existe) el ejemplo lo dio el viernes Jorge Antonio Pérez Durán , en continua persecución de Agustín Marchesín y Diego González, ¿Por qué? Pues porque le cayeron gordos, así de simple parecería, pero no, nos dejemos llevar por esta cortina de humo, Durán y otros árbitros están decididos a "a poner en su lugar al pinche portugués que ya nos tiene hasta la madre con sus estadísticas y comentarios que nos exhiben e incomodan" ¿Cómo castigar al insistente extranjero incómodo?: Por medio de sus jugadores, hostigarlos de la manera más efectiva para un árbitro, retando, insultando, eso rara vez lo registran las cámaras y siempre será su palabra contra la de los futbolistas, la adrenalina es mucha en el terreno de juego como para también tener que lidiar con un individuo de negro que sale con el firme propósito de sacar de quicio a jugadores específicos para de esa manera pasarle la factura al entrenador que equivocado o no, osó cuestionar al gremio.
Independientemente del resultado del partido entre Santos y Tigres, por cierto plagado de errores del atormentado de Pérez Durán, lo sucedido al final del mismo fue increíble, frustrados porque la liguilla se aleja definitivamente y nuevamente pierden una ventaja, obvio los laguneros estaban que se los llevaba el diablo y el árbitro consciente de esto, en lugar de salir del campo como lo hacía Marco Rodríguez impermeable a todos los insultos del público y futbolistas, ah no el señorito Pérez Durán se quedó para intercambiar insultos con González y Marchesín en la cancha y a base de tarjetas según él ganó la batalla. Si alguien debe de tener criterio para ayudar a una conclusión en paz de un partido son los jueces, Pérez Durán todo lo contrario, sólo avivó el fuego con su comportamiento de niño encaprichado, los futbolistas lo sabemos, más aún si terminan calientes, son fáciles presas de resentidos como Pérez Durán.
En lo que se refiere a los Guerreros lo que ya es costumbre, la falta de confianza de los aficionados en su equipo actual se refleja en el momento en que se anota el segundo tiempo, justo iniciando el segundo tiempo, todos nos volteamos a ver y dijimos es muy temprano, hubiera caído en el 75 mínimo, es decir, nadie, ni su propio técnico confía en este equipo que pueda mantener ventajas que normalmente adquiere aun siendo superado por el rival en la posesión del balón y en certeza en los pases. Santos Laguna dice adiós a la clasificación por segundo torneo consecutivo y Pedro ahora se concentra más en "romper paradigmas y derribar mitos de nuestro futbol" que lo que se debe de hacer en la cancha de juego. Primero hay que abocarse a ganar, sumar puntos, clasificarse y después, ya reinstalados en la elite de la Liga pueden venir los señalamientos y posturas en las cuales en muchas no estamos de acuerdo pero en este país y aunque se empeñen en lo contrario también el futbol es sujeto a libertades como la de la expresión.
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