Después del Draft de la semana pasada, donde nuevamente los directivos de Santos Laguna salieron airosos vendiendo y acomodando jugadores de una forma, y no exagero, magistral. Mira que encontrar quien le pague su sueldo a Paco Torres o Carlos Ochoa es realmente impresionante. Además dos futbolistas que evidentemente cayeron de la gracia de Pedro, Oswaldo Alanís y Rodolfo Salinas, fueron colocados, el central vendido a Chivas y el contención un año con opción a compra con Atlas.
De los que se fueron hay uno en particular que vale la pena mencionar aparte, y que fiel a su estilo, callado, disciplinado, nada ostentoso, así, calladamente se fue, encontró acomodo en la División de Ascenso, Rafael Alejandro Figueroa Gómez, Rafita como todos lo conocen, tocayito como siempre que lo veo le llamo, aceptó el llamado de Daniel Guzmán y aportará su indeclinable voluntad de cooperar y agregarse al trabajo en búsqueda de que los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara retornen de inmediato a la Primera.
Rafa sabía que sus días estaban contados con Santos, su edad desentonaba con el nuevo proyecto, era el único con treinta o más años. Después de servir a cabalidad por una década al equipo lagunero Rafa se va como llegó, limpio y con una decencia a toda prueba. Rafael es el claro ejemplo de lo que la dedicación y amor a su trabajo pueden lograr, nunca el más técnico, nunca el de mayores recursos, pero siempre el de mayor entrega. Enfrentó a grandes delanteros y nunca fue menos, lo superaban una y otra vez y Rafita los alcanzaba una y otra vez, barriéndose o de plano lanzándose a su paso los hacía trastabillar y perder el balón.
Nadie nos imaginaríamos que el último partido de Rafa con su adorada playera verde y blanca con rayas en horizontal sería la vuelta de las semifinales contra el Pachuca en el Clausura 2014, ahí el lagunero nos recordó que en sus inicios en el profesionalismo jugaba de delantero centro, ese partido contra los Tuzos terminó cuatro a dos en favor de los Guerreros para un global de cuatro a cuatro que eliminó al Santos Laguna, Rafita anotó dos goles, el segundo al minuto noventa y tres, todavía Figueroa fue por el balón y arengó a sus compañeros y al estadio completo para ir a buscar un milagroso quinto gol que les daría el pase a la final, pero Marco Rodríguez pitó el final, Rafa desconocía que también Rodríguez ponía fin a su carrera con los Guerreros. Los siguientes dos torneos Caixinha no le dio ni un solo minuto.
Pero me quedo con esa imagen, Rafita corriendo hacia la media cancha con el balón en sus manos y su cara reflejando el coraje de verse inminentemente eliminado. En los hermosos vestidores de Santos Laguna, cada jugador obvio tiene su espacio, esta su nombre y además sus blasones, calcomanías pegadas en la parte alta de los cubículos de los futbolistas nos dicen los logros que han tenido con el club, el lugar de Rafita parece la camisa de un destacado Boy Scout, Campeonatos y Subcampeonatos de todo tipo de torneos decoran el lugar del icónico central número 19.
Los voy a extrañar tanto a Rafa como a Rodo, dos chavos que pasara lo que pasara en la cancha o fuera de ella siempre te saludan con la misma amabilidad y atención, en estos tiempos de prima donas o introvertidos, siempre fue refrescante encontrar la sonrisa y el saludo sincero, no exento de carrilla de parte del méndigo de Rodo. Dos ejemplos de trabajo y compromiso. Para concluir, a estos dos me los topaba con cierta frecuencia en el elevador o en cualquier otra parte del TSM y les preguntaba fingiendo molestia, ¿por qué no los alinean, qué pasa? Y nunca hubo una respuesta negativa hacia el entrenador, "así es esto mi Rafa, a seguir trabajando". Buena suerte chavos, se la merecen.
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