El 2015 se acerca a su fin y entrega dos campeones de la Liga MX, Santos Laguna que obtuvo su quinto título y Tigres (a menos que un desastre de dimensiones bíblicas diga lo contrario) que tendrá su cuarta estrella igualando a su más odiado rival Rayados de Monterrey. Interesante ambas propuestas para llegar a un final feliz. Una basada en el equipo más joven del torneo y dirigidos por un técnico europeo cuya principal virtud es el trabajo obsesivo y jornadas de estudio y análisis de al menos diez horas. La otra, con una inversión fuera de Liga.
Santos Laguna se encontró en el lugar y momento perfecto para que todo se conjuntara y obvio el futbol convincente que por fin apareció a partir de la jornada once hasta la final. Caixinha logró en tiempo record que sus futbolistas entendieran de que iba la cosa y se comprometieron en cuerpo y sobre todo en alma, sobre todo en el caso de los recién llegados algo tan súbito como efímero, al llegar al objetivo tan rápidamente, hizo que todos quitaran el pie del acelerador y se relajaran, la presión y obligación de frente a los suyos dar grandes satisfacciones y triunfos, el hecho de que frente a su público la exigencia es mayor los fundió, los agotó y al parecer se pusieron de acuerdo para pasarse un torneo sabático en casa. Pero el primer semestre fue una experiencia fantástica, el regreso de un equipo que después de diez jornadas estaba eliminado, e impulsado con lo último que le restaba de fuerza al portugués lo levantó y lo hizo campeón. Nadie se percató que Pedro se quedó sin fuerza para seguir en ese ritmo frenético de trabajo, Caixinha aflojó y explotó, buscó, (queremos creer) inconscientemente dar un pretexto para su cese, como niño harto de su juguete favorito, dándose cuenta que su trabajo ya no iba a ser divertido, la derrota contra el América fue su tumba y epitafio, adiós portugués gracias por tres copa más.
Por el lado del campeón del Apertura, Tigres de la Autónoma de Nuevo León (insisto solo un holocausto futbolístico se lo impediría) es también ejemplar su forma de trabajar, es el equipo acorde a las exigencias de su fantástica afición. Un ejemplo, terminan como número uno en el Clausura con un gran plantel ¿y que hacen? Traen a Damm, Aquino, Uche y Gignac. Mantienen y eso no es ninguna sorpresa a su entrenador institucional, agrega al cuerpo técnico a una eminencia como Mejía Barón. Tigres es favorito desde el silbatazo inicial de la jornada uno, roba los reflectores a todos, ni América se acerca al nivel de plantel de los felinos, un trabuco dicen los trasnochados comentaristas, por cierto ¿Qué es un trabuco? Trabuco: Arma de fuego más corta y de mayor calibre que la escopeta ordinaria. ¿Que? Decepción total, una pensaría en algo así como: Maquina de Guerra mortífera y letal con una gran capacidad de destrucción.
Los Tigres no son un trabuco, son un estupendo equipo plagado de talento con un entrenador idóneo e insustituible, Ricardo Ferreti apostó al viejo consejo de los próceres del futbol, atacar por los extremos, Tuca dotó de alas a los Tigres, Damm y Aquino son supersónicos y sus objetivos Sobis y Gignac dos delanteros que pueden adornar cualquier equipo del mundo con excepción de los tres grandes mundiales, Barcelona, Real Madrid y Bayern de Munich.
Dos propuestas diferentes de llegar al título, ambas meritorias, polos opuestos, uno apuesta a la mejoría gradual de sus futbolistas, el otro al impacto inmediato, las contrataciones de Santos tienen un margen de error mayor a las de Tigres por el simple hecho de la inversión, Rabello, Davila, de Buen, Villafaña etcétera vienen a crecer, Gignac, Sobis, Aquino, Pizarro etcétera son jugadores hechos y derechos. Felicidades a ambos y el 2015 se bailó al ritmo de cumbia lagunera y redova regiomontana.
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