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La consulta

JULIO FAESLER

La eficacia de una consulta pública está ligada a la redacción imparcial de las preguntas y la sinceridad de las respuestas que la constituyen. La segunda cuestión radica en un número suficientemente alto de participación.

Una proporción muy baja del total del universo encuestable vuelve inoperante el ejercicio y sus resultados. Esto se ve en el caso del muestreo en materia electoral donde es indispensable que la "cuenta rápida" se justifique con una selección matemáticamente equilibrada de las diversas variantes que constituyan la información.

La propuesta, avalada por el Presidente de la República, de realizar una consulta nacional sobre la legalización del consumo de la marihuana, depende para su éxito y veracidad que, tras de una convocatoria general, participe una alta proporción de la población lo que es de esperarse. Pero es indispensable que además se asegure su representatividad. Una consulta realizada entre sólo los que están a favor o en contra del tema en cuestión será bastante inútil.

En la consulta sobre la marihuana es posible que la balanza se incline a favor de los que, atendiendo a la natural inclinación que todos tenemos por respetar a la libertad personal, respondan afirmativamente a la pregunta sobre la liberación sin control del uso, comercio y producción de dicha droga. Todos sabemos, por el contrario, que la libertad ejercida sin un marco claro de referencia que evite caer en libertinajes, es contraproducente desde el punto de vista individual o social.

Liberalizar el uso de la marihuana es cosa delicada por varias razones entre las que destaca el deterioro científicamente comprobado de las funciones cerebrales y cuyas consecuencias se reflejan en la conducta personal. Una sociedad sana está constituida por individuos sanos y los factores que tienen que ver con la salud mental son lo que se deben de tomar en cuenta. El tabaquismo, por intenso que sea, no altera la conducta del individuo, sin embargo, su uso extremo lo ha conviertido en un problema de salud pública. Es preocupante observar que en la última encuesta sobre adicciones ha crecido el número de jóvenes mexicanos de 13 a 15 años de edad que fuman marihuana hábito que supera al del tabaquismo. En cuanto al alcohol, su abuso altera la tranquilidad de la convivencia social. El caso de la marihuana es distinto. Sus efectos nocivos aparecen desde su uso habitual sin tener que llegar a etapas de abuso para detectar sus efectos en el carácter y la conducta personales.

Todo lo anterior tiene que ver con la evaluación que se haga de la eventual consulta nacional. Hay regiones de México donde el consumo de la marihuana es socialmente aceptable y tradicional lo que se dará una respuesta positiva a la pregunta sobre su legalización. Otras regiones, empero, están más alertas a los males que el consumo de la marihuana implica especialmente para los niños y jóvenes. Ahí el resultado de la consulta será negativa. Las diversas apreciaciones subjetivas indican que en el mejor de los casos la consulta será inconclusa desde el punto de vista político y legislativo.

Frente a la cuestionable consulta lo más seguro es atenernos a los datos que nos aporta la ciencia médica para conocer el grado de nocividad de la marihuana en términos de deterioro de la función cerebral. Es frente a su consumo habitual donde hay que trazar la línea de defensa para la salud social. La liberación de la producción, comercio y consumo para fines recreo o "lúdicos", que banaliza un hecho de serias consecuencias, no es una buena solución. Parecería sensata la autorización del consumo de la marihuana como tratamiento terapéutico, requiriéndose receta médica en cada caso. Habrá que tomar en cuenta, sin embargo, la facilidad con la que se circularían "recetas médicas" hechizas.

El limitar el tema que nos ocupa a sus repercusiones en cuanto al buen orden y tranquilidad de la comunidad no es ni correcto ni suficiente. Es obvio que hay que prevenir antes que remediar. Los problemas de seguridad pública de la liberalización de las drogas, comenzando por la marihuana, no tienen que presentarse si se tiene conciencia del tema en su totalidad y no nada más con la óptica del recreo o placer personal.

El criterio que debe prevalecer es el de la salud pública. Afortunadamente la Secretaría de Salud se ha pronunciado claramente en contra de la liberación y la legalización de las drogas, empezando por la tradicional marihuana. La consulta propuesta será interesante, pero nunca concluyente.

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