La danza de la vida
Definida como la propuesta de un movimiento humano hacia la vida, la biodanza es una disciplina que proviene de las ciencias humanas, un arte que nos brinda un proceso en el que se fortalece la identidad de los participantes y donde se manifiesta la poética del encuentro humano.
La danza es un movimiento que surge de lo más entrañable del hombre. Es movimiento de vida, ritmo biológico, del corazón, de la respiración, impulso de vinculación a la especie. Es movimiento de intimidad.
El origen de la biodanza
Cristina Rosales y Víctor Cabrera, profesores titulares por la IBF (Fundación Internacional Biocéntrica, con sus siglas en inglés), comentaron que esta disciplina nació en Chile y su creador es Rolando Toro Araneda, quién se inspiró en fuentes antropológicas y etológicas y sus raíces deben ser buscadas en la biología.
Los primeros esbozos se originan en 1952, en las experiencias de Rolando Toro como maestro de escuelas básicas en Chile, en trabajos de creatividad con niños; posteriormente al nacimiento de la Biodanza, fue desarrollando una propuesta educativa que actualmente continúa con el nombre de Educación Biocéntrica. Actualmente, la biodanza está presente en Sudamérica, Europa, Centroamérica, México, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y otros países de Asia.
“Su objetivo es la integración humana, la vinculación más plena a la vida, a través de la integración afectiva, la renovación orgánica y el reaprendizaje de las funciones originarias de la vida”, expresaron los profesores.
¿Para qué sirve?
La biodanza es un sistema altamente gregario, grupal, toda su propuesta es pacífica con pulsaciones entre fuerte activación y tranquilización, modulando continuamente acciones de vida. Despierta el deseo de vivir las finas fibras de la ecología del corazón y la restauración de las claves de vínculo afectivo integrador.
A través de la biodanza, se trabaja la parte sana, luminosa del ser humano, brindando en cada aula (sesión) un ambiente enriquecido de muchos eco factores positivos, además de la construcción de una identidad del ser humano integrado relacional, miembro de la especie, cósmico, además de trabajar el amor y respeto a la vida.
A decir de los profesores Rosales y Cabrera, la música es un componente esencial de la biodanza, ya que está inseparablemente integrada con la danza y el encuentro en grupo, para inducir emocionantes vivencias integradoras que estimulan los potenciales genéticos de vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia. “La música en la biodanza es integradora, induce vivencias, evoca emociones, tiende puentes de relación entre los participantes, es un medio de conexión con la naturaleza interna, externa y del universo”, expresan.
Para concluir, la integración a través de la biodanza es un proceso alegre, dinámico, profundo, progresivo, firme, dulce y suave, absolutamente respetuoso de los finos y ultrasensibles funcionamientos de los sistemas naturales del organismo y de la vida, basado en el Paradigma Biocéntrico que incluye todos sus principios.
“Va estimulando simultáneamente en los participantes los tres niveles de integración: Promueve la unidad del ser humano consigo mismo, la integración con las otras personas y la integración con la naturaleza, propia y ajena”, finalizan.
¿Cómo beneficia la biodanza a las personas?
Desarrollan sus potenciales vitales, creativos, sexuales, afectivos y trascendentes.
Aprenden a lidiar con los diversos tipos de estrés.
Desarrollan su capacidad lúdica, adquieren fluidez y flexibilidad en los esquemas de pensamiento y comportamiento.
Reencuentran el sentido de la vida.
Mejoran su comunicación, modificando los vínculos emocionales en el ámbito personal, casual, familiar y profesional.
Mejoran su calidad de vida.
Participan progresivamente en un nuevo modo de vivir.
