El jueves de la semana pasada el Comité de Mercado Abierto (Comité) del Sistema de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU) decidió dejar sin cambio la tasa de los fondos federales, posponiendo la resolución de uno de los temas más debatidos en muchos años. De hecho, no recuerdo otra ocasión donde se le haya puesto tanta atención, se hayan escrito tantos comentarios y se haya dividido tanto la opinión de especialistas sobre cuándo debe iniciar el Fed el alza de su tasa de referencia.
Este comunicado presentó una novedad interesante. Le dio una importancia inusual a los acontecimientos externos, que desde mi punto de vista fueron, junto con la volatilidad financiera, determinantes en la decisión de no subir la tasa de los fondos federales.
En esta ocasión la debilidad de la economía internacional, la caída de los precios de las materias primas y la apreciación del dólar se citaron, a la par de las condiciones del mercado laboral y las presiones inflacionarias, como las razones para la decisión.
Con esta atención al exterior el Fedhizo hizo caso a los llamados del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial para posponer el alza de tasas, así como a los argumentos de economistas como Larry Summers que estuvieron muy insistentes en ese sentido.
La reunión del Fed trajo también un contraste sorpresivo. Por un lado, Jeffrey Lacker, presidente del Banco de la Reserva Federal de Richmond y con voto en el Comité, disintió de los demás miembros y apoyó un alza de la tasa de interés este mes.
Por el otro, uno de los presidentes de los bancos regionales, pero sin voto, (que los medios piensan sea NarayanaKocherlakota de Minneápolis) prevé, por primera vez en la historia, que los meses siguientes y el 2016 se caracterizarán por una tasa negativa de los fondos federales, esto es, que el Fed acabará por relajar más las condiciones monetarias y cobrará por los depósitos que las instituciones financieras tengan en el banco central.
Me parece que esta opción es, en las condiciones actuales, muy remota, ya que sigue prevaleciendo la opinión de que la economía estadounidense va por buen camino y que la primera alza de tasas ocurrirá este año. En efecto, la mayoría de los miembros del Comité y de los presidentes de los bancos regionales (13 de 17) todavía piensa que el primer incremento de tasas ocurrirá en 2015. De ser así, sólo quedan dos oportunidades para hacerlo. Una el mes próximo y la otra en diciembre.
Los mercados, no obstante, opinan diferente. No sólo reaccionaron de manera negativa a la decisión del Fed, sino que ahora aumentaron la probabilidad de que el alza de tasas ocurra hasta ya entrado 2016. No perdamos de vista, sin embargo, que el nerviosismo de los mercados muchas veces refleja el temor a un alza de tasas, más que la existencia de problemas intrínsecos en la economía.
Consideró que habrá muy poco o ningún cambio en el entorno económico global y el estadounidense en las próximas semanas, por lo que es altamente probable que el Fed decida no elevar la tasa de los fondos federales en su reunión del 27 y 28 de octubre.
Existe el peligro, sin embargo, de sobreestimar los beneficios de esperar para que se aclare el panorama o mejore la situación internacional. Para las próximas reuniones ese panorama no va a ser más claro que ahora ni veremos gran cambio en el entorno externo. En cada reunión habrá razones para la volatilidad, similares o distintas a las actuales, que justificarían posponer, otra vez, el alza de tasas.
El Fed tendrá que diferenciar cuándo la volatilidad financiera refleja una debilidad propia de la economía estadounidense, y cuándo es una forma de presión para seguir con la bonanza bursátil que ha propiciado una política monetaria extremadamente laxa.
La espera, además, también tiene sus riesgos. Si uno espera hasta que la evidencia de un rebote de la inflación sea inobjetable, habría esperado demasiado tiempo, por el rezago que existe entre un alza de tasas y su influencia sobre la economía y el crecimiento de los precios.
La economía de EU está en cerca del nivel de pleno empleo. En ese contexto, un mercado laboral cada vez más fuerte puede acabar por no sólo contrarrestar la presión deflacionaria asociada a una economía mundial más débil, sino crear además sus propias presiones inflacionarias.
Considero, por tanto, que en la reunión de diciembre (los días 15 y 16) comenzará el proceso de alzas de tasas, aun cuando continúen las presiones para que el Comité la posponga hasta el año próximo. Si se da el alza, Banco de México hará lo propio, puesto que al no moverlas el lunes pasado, confirmó que prefiere estar a merced de las decisiones del banco central estadounidense, que atender las futuraspresiones inflacionarias asociadas a la depreciación del peso.