La huella de la cocaína en países latinoamericanos

Para entender el fenómeno del narco, hay que recorrer el infierno. Un lugar con una extensión de 55 mil kilómetros, desplegados entre las llamas de Buenos Aires a Manhattan, donde tres periodistas se acercan, conversan y conocen de cerca, el flagelo de la cocaína.

Bajo el sello editorial de Tusquets, Alejandra Inzunza, José Luis Pardo y Pablo Ferri, ganadores de un premio de periodismo Ortega y Gasset 2014, y el Nacional de Periodismo de México 2013, publican la crónica de este recorrido bajo el título "Narco América".

Tres periodistas que de la misma forma en la que se enfrentaron con la tragedia del consumo, en las comunidades más marginadas de países como Brasil, Colombia, Bolivia y México, experimentaron los efectos del polvo blanco, en carne propia, para entender por qué la demanda de este producto.

"Cuando nosotros abordamos el tema por primera vez, en Honduras, Salvador y Guatemala, no habíamos tocado el tema nunca, en ese entonces lo que me llamaba la atención es que creo que teníamos una idea distorsionada por la información que llegaba a España, por los libros y las películas, algo de buenos y malos, los grandes capos, pero nos encontramos con la gente que vive a ras del suelo", comenta Pablo Ferri.

El reportero español recuerda que entendieron que el narco no es sólo el "Mayo" Zambada en México, Pablo Escobar en Colombia, o Roberto Suárez en Bolivia. Que fue más impresionante trabajar con la gente relacionada con la cadena productiva del narco, gente involucrada de diferentes maneras, y que resultó una realidad más impactante y cruda.

"Lo primero que nos dimos cuenta fue que en las comunidades donde el estado no llega para ayudar a la población, es el narco quien lo remplaza. El producto digamos que es la expresión urbana del narco, igual que el consumo, ya sea en el formato de una raya que se meta una persona en un cuarto o el gran cargamento que lo presenta a la prensa cuatro o cinco marinos armados", recalca Ferri.

Tras ese formato del que habla el reportero español hay muertos, supervivencia, como narra el libro, algo que recalca Pablo Ferri, en México se conoce muy bien.

"Todos los países nos dejarán experiencias de terror. Por ejemplo en Honduras, vimos que la vida tenía un valor ínfimo, un muerto es sólo un número, eso asusta, cuando asimilas eso te da una sacudida en el corazón, a mí eso me impresionó tanto como la familiaridad con la que se convive con el tráfico de droga, como el caso de un pescador nicaragüense que encuentra un faro de coca en la playa, porque unos narcos lo botan en una persecución.

"Él te cuenta la historia como si hubiera encontrado un tesoro, no piensa en nada más y no tiene por qué hacerlo, piensa en arreglar el motor de su barca, en comprar algo para su familia, etcétera".

El autor reconoce que le cambió la visión del narco el recorrido, cómo, no sabe, porque lo que reina en este tema es el desconocimiento y los lugares comunes, y haber recorrido esta ruta le permite entender que la política de Estados Unidos en cuanto al narcotráfico está equivocada.

"No se puede hablar de violencia, sin hablar de corrupción, de pobreza, de falta de educación, el narco es un estado paralelo en toda Latinoamérica, paralelo a donde el estado legítimo no puede llegar".

Otra realidad que enfrentaron los periodistas, fue ver cómo sus colegas en todos los países que recorrieron, encontraban la muerte cuando hablaban del tema, ver otros en nómina por unos salarios muy bajos, o entender que en algunas regiones pequeñas la falta de presencia del estado, lo invitaba a guardar silencio. Aunque en las ciudades grandes algunos siguen tratando de registrar el tema con importantes investigaciones, sobre todo en Centro y Sudamérica.