Para usar palabras del Dante, comenzó la segunda mitad del camino de la vida en la ruta presidencial de Enrique Peña Nieto quien ha recorrido mucho del infierno, algunos rincones del purgatorio y en ciertos momentos -pocos- ha conocido la gloria celestial del paraíso de la aceptación pública, el aplauso y el halago.
Sin embargo en el balance hasta ahora es muy simple dividir los tramos de este recorrido, a veces calvario, camino de abrojos y valle de lagrimas.
Primero la victoria electoral tras una campaña novedosa y mediática. Después, un arranque lleno de promesas en las cuales destacaron los diez puntos de una modernización inaplazable para emprender un camino reformista cuyo largo recorrido se dio en un tiempo breve, tras una maniobra política de altos vuelos llamada "Pacto por México" en la cual quedaron incluidas las fuerzas políticas más significativas y marcó la agenda nacional.
La concreción del "Pacto" y la velocidad legislativa, la operación política de alta calidad y la hondura de los cambios vislumbraban un futuro luminoso gracias a reformas estructurales que parecían imposibles. Hasta se hablaba del Mexican moment y de un sitio privilegiado para Peña en la historia nacional; de su capacidad como salvador de la patria.
Pero en la primavera de 2014 todo se derrumbó con estrépito de desastre.
El incumplimiento de las promesas económicas de crecimiento y bienestar, la corrupción endémica y la inseguridad rampante, han detonado la desaprobación presidencial, aún más que el escándalo e La Casa Blanca de Las Lomas, los desaparecidos de Iguala en Cocula, las violaciones a los Derechos Humanos, las sospechosas evidencias de conflictos de interés y la fuga imperdonable de El Chapo.
Hoy Peña sabe cuánto ha perdido en estos años y cuanto ya no podrá recuperar, así haya un repunte notable en el siguiente trienio.
Termine como termine la segunda mitad del sendero peñista ya nada será de nuevo como las promesas del principio hicieron suponer. La sentencia ya está dictada y no resulta para nada favorable. Apenas un intento fallido, dirán los más benévolos. Un fracaso, manchado de transas y sangre, dirán los demás.
EL MONJE LOCO: Comienza el cuarto año, políticamente decisivo sin duda. Peña habrá de leer con cuidado del resultado electoral en 13 estados. De eso dependerá la decisión del futuro candidato presidencial. El Presidente es pragmático; no se decantará por sus afectos sino por quien pueda hacerle ganar un sexenio de doce años.
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