Casa típica inglesa en Somerset, Inglaterra. (Cortesía)
Seguimos francos hacia el Sur, hasta la entrada de las Tierras Bajas de Escocia que albergan las ciudades más pobladas y famosas como, Edinburgh y Glasgow. Teníamos trazado en el plan quedarnos en Glasgow. Pasamos un muy buen rato buscando un campamento o un albergue sin tener éxito, hasta que por fin encontramos uno.
Nos instalamos y salimos a la ciudad a cenar, tomar algo y ver gente. Era lunes, así que luego de la hora pico, la calle se quedó practicamente vacía. Entramos a un pub en donde las personas allí dentro parecían ser todos de un mismo grupo de amigos o quizá de una misma empresa. Estaban en su rollo. Una de esas noches en las que se le pone atención a la decoración del lugar. Allí me topé con un cuadro del Nobel de Literatura, Samuel Beckett, acompañado de una de sus muchas famosas citas:
"Perhaps my best years are gone… But I wouldn't want them back. Not with the fire in me now. // Quizá mis mejores años han pasado… Pero no los quisiera de regreso. No con el fuego que tengo dentro dentro de mí ahora".
Mis trances reflectivos por haber cumplido recientemente los 40 continuaban. Pensé: Así es como necesito sentirme ahora y así es como intentaré sentirme a los 70.
Nos acercábamos a la fontera inglesa, como por pedido justo en la frontera, nos topamos con música de gaita en vivo en el poblado de Gretna Green, poblado famoso por albergar bodas relámpago desde 1754 con el Acta de Lord Hardwicke. El Gobierno local aprobó una regla de matrimonio que no incluía el consentimiento de los padres como en el resto del territorio controlado por la Corona Inglesa.
Gretna Green se convirtió desde entonces, y lo sigue siendo, en uno de los puntos más populares para consumar matrimonios en el Reino Unido. Allí había un gaitero de cincuenta y tantos años entreteniendo a los visitantes. A tono de Scotland the Brave, el cuasi-oficial himno del otrora ultra-violento y ultra-hostil territorio, dejamos Escocia con melancolía y muy buenos recuerdos. Aunque a veces parece que no, pero los tiempos cambian, y mucho.
Inglaterra nos recibió con el Parque Nacional de Lake District. Es un sitio que cualquier ciclista calificaría de ideal. El marco natural es hermoso. Se ve interrumpido esporádicamente por pueblos para los cuales la palabra pintoresco no basta. Eso sí, varios del grupo ya llevábamos una colección variada de dolores y achaques. Lake District también fue muy demandante en lo físico. Pero como siempre, estas etapas valen la pena.
Llegamos a Liverpool, que para la mayoría de las personas conlleva dos pilares de identidad: Los Beatles y el futbol, pero no siempre fue así. Por mucho, mucho tiempo, la identidad de Liverpool se asentaba en un enorme y vergonzoso pilar: La esclavitud. Liverpool fue la comunidad, en cualquier parte del mundo, que más ganancias obtuvo de la explotación y venta de esclavos.
Liverpool es el arquetipo de comunidad que ha logrado exorcisar sus demonios y se ha reinventado. Es ahora una ciudad dinámica, asociada con connotaciones positivas/deseables. La ciudad lo hizo confrontando su pasado y sacando sus trapos al aire. El museo de la ciudad expone el pasado sin filtros. Tal y como fue sin intentarlo endulcolorear, en vez de cínicamente inventarse excusas, maquillando libros de historia y asignando culpa a otros, método usado en un país que empieza con "M" y termina con "éxico" para justificar su pasado traumático y su presente lleno de fracasos e insatisfacciones.
Pues Liverpool es un buen ejemplo para México y cualquier otra comunidad. El pasado, por más traumático y aprisionante que sea, se puede exorcizar, se puede conquistar.
Cruzamos el estuario en un ferry y seguimos hasta Chester, una encantadora ciudad mediana, restaurada y conservada en su casco viejo. Los edificios, de estilo arquitectónico Tudor, son de color blanco y negro, con las vigas de madera que dan soporte al edificio expuestas en la fachada y adornadas con motivos de madera color negro. Chester es la ciudad que creo es lo más fiel a la imagen de ciudad inglesa provincial que pudiera tener un mexicano antes de pisar Inglaterra.
El clima en Inglaterra era más moderado. Menos lluvia, menos frío y más sol. Por fin pudimos dormir sin titiritar en nuestras tiendas de campaña. El tráfico es también mucho más tupido por la alta concentración de habitantes a diferencia de Escocia. Cruzamos la región de Midlands en un par de días, topándonos en Gloucester con un festival / feria de comida muy ameno.
Llegamos a la ciudad costera de Bristol, popular en verano y famosa por concentrar una numerosa comunidad alternativa/hippie/contra-cultural. La mejor cara de esta comunidad se manifiesta en un grafiti increíblemente rico en detalle, técnica e imaginación y la peor cara se manifiesta en bandas de drogadictos, vagabundos y demás ralea viviendo marginalmente.