La llegada a Land's End. Land's End, Inglaterra. (Cortesía)
(Cuarta y última parte)
Habíamos hecho una reservación en un albergue. Al llegar, un individuo sobreescuchó nuestra conversación y nos preguntó si eramos de México. Era el dueño del lugar. Un hombre de unos cincuenta años de madre inglesa y padre mexicano. Le dio gusto ver a compatriotas en sus terrenos. Nos invitó una cerveza y un caballito de algún licor con base de tequila y saborizante de café… muy bueno, por cierto.
Mientras tomábamos, nos contó (o nos intentó contar) su historia. Al poco tiempo, nos dimos cuenta, sin ser expertos en la materia, que tanto el dueño como todos los demás empleados y attachés del hostal, estaban en un permanente high de marihuana y de otras bondades.
Les costaba trabajo hilvanar una conversación, inclusive, completar las oraciones, recordar detalles, mantenerse fijos en un lugar. Entre los mitotes del compatriota, nos contó que había cruzado África en bicicleta (imposible) y que su padre era gángster de Guadalajara (posible)… Yo que soy consciente y hasta hace poco partidario de la legalización de las drogas para controlar la violencia asociada con el tráfico ilegal, la semilla de la duda se instaló en mí luego de ver a esta tropa. Quizá el remedio es peor que la enfermedad.
El albergue era administrado, no por los drogos, sino por la sufrida y cuerda esposa del compatriota. Sin ella, el albergue no existiría. Adivino que sería mitad inglesa y mitad oriental. Ella llevaba la batuta y decidía sobre todos los detalles grandes y chicos del lugar. Obviamente, no mostraba ningún síntoma de abuso de drogas.
El viaje se acercaba a su parte final. Nos quedaba el último de los parques nacionales: El de Dartmoor en Inglaterra y la última provincia: Cornwall. Como de costumbre, el sueco se fue por la autopista. Si lo que quería era evitar esfuerzo, Dartmoor fue buena elección. La etapa fue de unos 80 kilómetros, pero por un espacio de 40 de ellos nos topamos con las colinas más anguladas de todo el viaje, una tras otra.
En la mañana del 24 de julio, en medio de una abundante lluvia, iniciamos la última de las etapas. Destino final: Land's End. En conversación casual con otros ciclistas, nos anticiparon que la etapa más dura era justamente esta etapa final.
Para nosotros, fue un misterio tales premoniciones, porque fue un juego de niños a comparación de Dartmoor o Cairngorms. Empecé a gritar en voz alta la cantidad de millas restantes ¡10!, ¡8!, ¡3!, ¡3/4 de milla!... Y vimos la esctructura de Land's End, en donde se encuentra el punto geográfico que hay que tocar para completar el viaje exitosamente.
Nos paramos antes de llegar para coreografiar la llegada, para saborearla. Al llegar, no hay otro sentimiento posible luego de un esfuerzo tan grande y luego de almacenar en nosotros recuerdos de tal calidad que felicidad.
Al poco rato de habernos tomado las fotos oficiales, empezamos a cocinar la siguiente aventura. La Ruta del Mar del Norte. De Ámsterdam en Holanda a Skagen en Dinamarca… Como dicen los sabios y los abuelos: "Una cosa lleva a la otra".