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La terca memoria de la desaparición forzada

DAVID PÉREZ

Hay personas que en la firmeza de sus convicciones pueden llegar a la terquedad, una de esas personas parece ser Epigmenio Ibarra que en medio de una agenda convulsionada entre gastos excesivos presidenciales, espectáculos mágico-musicales en los penales de máxima seguridad y privatización de los servicios de salud pública, él, todos días a las 10:00 pm fastidia nuestras "líneas del tiempo" en Twitter con su necedad de recordar a los desaparecidos.

Con su irónico e hiriente "pase de lista" se ha convertido en algo así como un romántico de la memoria que lucha contra el olvido e intenta tener presentes a los desaparecidos en un contexto tan efímero y vertiginoso como las redes sociales. Selectiva y solidaria, como la memoria, la reflexión sobre la desaparición forzada se hace necesaria también un día ordinario.

La vida cotidiana no es aséptica. La articulación compleja de la realidad se compone por una serie de escenarios en los que los individuos y los grupos al entrar en acción ven problematizada su existencia. Por lo que aislar un suceso de todo el contexto en el que acontece es limitarnos demasiado en su comprensión.

Aproximarnos a la realidad de la desaparición forzada no está fuera de dicha complejidad y de una necesaria interdisciplinariedad. La comprensión de las desapariciones forzadas como efecto, y no como suceso aislado, parece ser una tarea no agotada. Enunciemos tres ámbitos.

Un ámbito indispensable es el legal, ya que aporta, entre muchas otras cosas, el concepto de "Desaparición Forzada". Conceptualización que puede ser el punto de partida en la distinción de responsabilidades en una sociedad donde preferimos criminalizar antes de hacernos cargo de la realidad.

Según la Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU en su resolución 47/133 de 18 de diciembre de 1992, una desaparición forzada es: "… que se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que éstas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley."

Quede esta definición como muestra de las múltiples convenciones internacionales que han abordado el tema otorgándole definición, margen y tratamiento al problema. El ámbito jurídico desempeña un papel más necesario del aparentemente obvio, específicamente para determinar la responsabilidad, activa o pasiva, que el Estado Mexicano tiene a causa de sus legislaciones internas y por el hecho de ser parte de tratados internacionales que ha suscrito.

Otro ámbito de análisis indispensable es el sociológico que exige plantearse la pregunta por el paradigma social que nos permita describir y analizar el tipo de sociedad en que surgen las desapariciones forzadas. Al igual que con la violencia en general no podemos conformarnos que pensar que estos problemas llegaron de fuera.

Coloquialmente muchas veces nos explicamos la violencia con expresiones como "se vino la violencia", "llegó tal cártel", "ya se puso feo otra vez"; como si fuera una problemática externa a nuestra forma de vivir en la que no tenemos ninguna responsabilidad. El caso de la desaparición forzada no nos permite construir ese tipo de expresiones, decir "aparecieron desaparecidos" suena tan absurdo como la irresponsabilidad frente a esta realidad.

Imprescindible el ámbito económico global para aproximarse a los procesos actuales de violencia. Las conexiones monetarias entre el "Narco Estado", el "ciudadano consumidor-violento" y el sistema económico neoliberal pueden ser las coordenadas que permitan ubicar la desaparición forzada en la cartografía del siglo XXI.

La violencia generada con fines de lucro, que es la atribuida al narcotráfico, produce grupos armados que para alcanzar sus objetivos económicos deja sin ningún valor, o en todo caso como valor secundario, la vida humana. Pero, qué diferencia hay entre esos grupos criminales y los sectores sociales que se rigen bajo el principio de ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible a costa de lo que sea. Los efectos son los mismos.

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