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Las acciones de Peña Nieto

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

¿Qué le pasa al presidente Enrique Peña Nieto?

¿Por qué toma acciones tres meses después de iniciado el escándalo de la "casa blanca" al que siguieron dos casas más, todas ellas financiadas por contratistas ligados a los cargos públicos del político mexiquense?

¿Por qué dejó correr tanto tiempo a pesar de la denuncia de que su casa del campo de golfo en Ixtapan de la Sal y la casa de Luis Videgaray en el campo de golf de Malinalco, fueron financiadas con créditos blandos y bajo condiciones privilegiadas?

¿Por qué Peña Nieto y sus colaboradores toman medidas débiles e ingenuas contra este posible conflicto de interés y acto de corrupción, medidas que evidentemente no llegarán a ninguna parte?

En este espinoso asunto de las casas del Presidente, la Primera Dama y el secretario de Hacienda, podrían existir dos explicaciones.

Una: que Peña Nieto carece de buenos consejeros que no son capaces de sacarlo de este atolladero como sucedió con la barbarie de Iguala y de una larga lista de sucesos en donde han manejado con los pies la imagen presidencial.

Dos: que el Presidente no escucha y que abrumado por la presión de la opinión pública toma decisiones incorrectas y en ocasiones disparatadas.

La segunda posibilidad es común que ocurra con personas embriagados de poder y en el caso de un presidente suele suceder al final de su mandato y no a dos años de asumir el cargo. ¿Recuerdan a Echeverría y a Salinas al término de sus gobiernos?

Por ello nos inclinamos por creer que es la falta de asesores capaces y profesionales lo que está llevando al gobierno de Peña Nieto a entrar de manera frecuente en callejones sin salida.

La decisión de nombrar como secretario de la Función Social a un amigo cercano a Luis Videgaray y pedirle que se encargue de investigar un posible conflicto de interés en el tema de las casas, resulta por demás ridícula y carente de credibilidad.

Sería tanto como si el director general de una empresa con sospechas de corrupción contrata a un conocido como auditor interno y le pide que investigue sus propias cuentas.

¿Estaría de acuerdo en ello los miembros del Consejo de Administración de esa empresa? Evidentemente no. Pero en México el presidente de la República no tiene un Consejo de Administración a quien rendir cuentas claras y frecuentes.

Lo más cercano a ello son las cámaras de diputados y senadores, las cuales han hecho caso omiso al tema de las casas.

Quizá porque la salpicadera en las esferas políticas ha llegado a tal grado que muy pocos se dan cuenta de la bestial corrupción que invade al país.

En cualquier nación democrática un escándalo similar habría originado de inmediato la creación de una comisión plural del Congreso para investigar al Presidente, a la Primera Dama y al secretario Videgaray, y no sólo por posible conflicto de interés sino también por posibles actos de corrupción.

¿No es corrupción recibir regalos y prebendas onerosas como fueron las residencias mencionadas a cambio de contratos de obra pública? En tiempos pasados lo común era que los contratistas de gobierno sobornaran a los funcionarios públicos con comidas lujosas, viajes a Europa, canastas de vinos y con mujeres de la vida galante.

Pero no se conocía de dádivas millonarias como una residencia, por ello es importante que las sospechas en torno a Peña Nieto, su esposa y el secretario Videgaray, sean puntualmente aclaradas.

Si gobernar con una votación menor al 40 por ciento ha resultado una tarea titánica para Peña Nieto, imagine lo que seguirá en estos cuatro años si no queda clara la honestidad y transparencia del patrimonio de la familia presidencial.

Y no hay que tomar a la ligera. En Japón destituyeron a Javier Aguirre como director de la selección nacional por una acusación que todavía no está probada porque los nipones no quieren cargar con la mala imagen del mexicano.

A Luis Videgaray lo exhibieron los medios internacionales por recibir un préstamo preferencial del grupo Higa para adquirir su casa de Malinalco, razón suficiente para presentar su renuncia o iniciar una investigación por parte del poder judicial.

Pero seguimos en México en el país de las maravillas en donde todo puede suceder, pero a final de cuentas no pasa nada. Durante el sexenio de José López Portillo equivocadamente se dijo que "la corrupción somos todos".

En realidad la corrupción la cometen unos cuantos que de manera audaz se han protegido unos a otros a lo largo de décadas, de períodos sexenales y ahora de reinados de partidos.

Esperemos que esto no concluya en una investigación superficial de la Secretaría de la Función Pública y que otras instancias le entren al paquete, incluso por el bien de la imagen presidencial.

 APUNTE FINAL

Si al Superbowl asistieron expresidentes, senadores y otros personajes de México, reportan que Las Vegas no se quedó atrás y que paisanos de todos los sectores invadieron los hoteles y las mesas de juego durante el puente, tal como si se vivieran tiempos de bonanza económica. Un funcionario del gobierno de Nuevo León se dio vuelo apostando y repartiendo fichas a granel entre sus acompañantes... Así andamos, pues.

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