Esta es la época del año donde la dinámica se vuelve diferente. El día de hoy saldrán de clases millones de niños y jóvenes, según lo marca el calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública, aunque bien es cierto son menos las escuelas que concluirán sus actividades estudiantiles hoy, pues muchas habían terminado semanas antes.
Con ello, las familias por consecuencias naturales adquieren otra dinámica. Los niños están en casa y son un peligro en todos los ángulos. Si son pequeños, los largos períodos de ocio generan inquietudes propias de su edad que conllevan riesgos de causarse un accidente: los contactos eléctricos, las ollas hirviendo, los sartenes con aceite caliente, los abanicos, las mesas de vidrio.
Sí. La presencia de huercos tantos días y tanto tiempo es un problema para los padres que además de sus rutinas diarias, donde mayormente están basadas en la marcha al trabajo o la búsqueda diaria del sustento, además tienen que ocuparse del cuidado de los infantes ahora que están con ellos y no en la escuela. Obviamente el problema es mucho mayor para las madres en esta sociedad machista en la que vivimos. Miles de mujeres fungen en los hogares mexicanos como fuente de financiamiento único y en otros tantos casos son ya el hombre como la mujer que trabajan a la par para el sostenimiento de sus hogares, pero a la hora del cuidado de los niños y los quehaceres del hogar siempre la chamba les recae a ellas.
Toda esta descripción de lo que en este momento está ocurriendo en la dinámica diaria de las familias mexicanas viene a colación primero porque ciertamente las vacaciones veraniegas modifican la rutina que prevalece en la mayor época del año cuando los críos asisten a clases y segundo, porque me parece que vale la pena, hablando de familias, verter una opinión local (pueblerina quizá para algunos) sobre la forma en que reaccionó una gran parte de la sociedad acerca de esta oleada que surge en el mundo y que primero llegó a nivel de la Asamblea Legislativa y luego al Congreso de Coahuila, para luego convertirse en mandato judicial a través de una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para que en toda la República Mexicana sea válido el matrimonio igualitario, es decir, el matrimonio entre parejas del mismo sexo. La resolución del máximo tribunal jurisdiccional mexicano se dio -con algunos días de diferencia- una determinación tomada en el mismo sentido en el máximo órgano de justicia de los Estados Unidos, lo que confirma que esto es ya una tendencia irreversible.
Carretadas de argumentos a favor y en contra existen sobre esta modificación a las leyes civiles que aparejan a nivel de matrimonio a las uniones entre parejas convencionales formadas por un hombre y una mujer a aquellos binomios en donde no existe diferencia de género entre los componentes del mismo. Y digo aparejamiento porque existen antecedentes, al menos en el caso de Coahuila, donde se había legislado para crear la figura de Pacto Civil de Solidaridad, que otorgaba a las parejas del mismo sexo la seguridad jurídica para herencia, administración de bienes y pensión alimenticia. Pero esa figura no fue suficiente para la comunidad LGBTTTI (lésbica, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual) ellos pelearon por la igualdad, por el matrimonio. Ellos quieren tener hijos, aunque biológicamente es imposible entre parejas de este tipo. Por eso querían ser matrimonio.
Más allá de que si la figura del matrimonio tradicional, era la unión de un hombre y una mujer para la cría de los hijos, bajo el cobijo de un marco jurídico, ahora las leyes modifican este objeto permitiendo que la unión sea entre dos personas, pero no importando su género. Lo que lamento con profundidad es la manera pusilánime que mostró un enorme grupo de la sociedad. Desde políticos, académicos, organizaciones no gubernamentales que sencillamente se quedaron callados ante esta presión que se mimetiza entre libertinaje y progresismo, pero que en el fondo prefieren callar antes que entrar en una controversia que nada les dejaría en su bolsillo, en su círculo. Sólo la Iglesia Católica se ha pronunciado en contra y así le ha ido.
El reclamo de estas líneas es pues por aquellos que se acobardan en defender una postura, aunque ésta puede no ser válida. Muchos, como el caso de los políticos prefieren callar o allanarse, porque a ellos les interesa el poder y el dinero no la buena marcha de la sociedad que tiene como base original las familias.
Está totalmente abierta ya la adopción para parejas del mismo sexo, pronto vendrá la aprobación generalizada del aborto, ante la mirada displicente de muchos que sólo están esperando ver cómo progresan materialmente a través de la sociedad a la que se pertenece, no importando si la misma se va al traste por su indolencia.
Mi respeto absoluto a toda la comunidad LGBTTTI, qué bueno en muchos reglones su presión está ayudando para erradicar la discriminación, acto denigrante para aquel que la practica. Lo que da coraje es por aquellos comodinos que por intereses individuales, callan ante tendencias que deberían al menos ser mucho más debatidas.