Las mascotas y sus parásitos
Vivir al lado de una mascota es una experiencia linda y revitalizadora, sentir la compañía incondicional de una criatura siempre dispuesta a regalarnos un buen gesto es relajante y reconfortante. ¿Existe algún riesgo por convivir con un animal? ¿Qué se tiene que hacer para prevenirlos?
México es un país con muchos problemas sociales, la salud es quizá uno de los más graves en todo el territorio nacional. A pesar de este serio obstáculo, el 57.6 por ciento de las familias mexicanas poseen mascotas en sus casas (Consulta Mitofsky, 2011) sin saber que estas pueden transmitirles sus enfermedades a sus miembros.
Según los datos de Mitofsky, las preferencias en cuanto a mascotas por parte de la sociedad mexicana están encabezadas por los perros, mientras que los gatos ocupan el segundo peldaño. Enseguida vienen las aves, especies que viven en jaulas y que parecen no necesitar gran atención para sobrevivir por mucho tiempo; el cuarto lugar se lo llevan los peces, y el quinto las tortugas, que tienen un lugar muy especial por su condición en la naturaleza y por su milenaria historia.
Al fondo de la lista se ubican animales más exóticos como víboras, camaleones, iguanas, y un sinfín de especies más.
EL PERRO, ¿EL MEJOR AMIGO?
Muchos estudios han revelado que el perro es uno de los animales más nobles que existen. Se suele decir que es leal, amigable, protector y juguetón. Además, ha sido protagonista de numerosas películas que buscan emocionar al espectador con su bravura y nobleza, lo que ha generado un estereotipo positivo y una gran simpatía hacia él, que lo han convertido en el animal doméstico por excelencia, pero ¿existe algún riesgo tener un perro en casa?
Se conoce como zoonosis a cualquier tipo de enfermedad o infección que se da en los animales y que es transmisible al hombre en condiciones naturales. Y efectivamente, los perros son responsables de algunas de ellas. Las zoonosis son tantas que tan sólo las relacionadas con animales domésticos superan la cifra de cien; además, se estima que su incidencia es tan alta que pueden costar tantos recursos en materia de salud pública como las enfermedades de transmisión sexual.
La enfermedad más conocida de los perros que puede afectar a los humanos es la rabia, un virus agresivo cuyo contagio ha ido desvaneciéndose con el paso del tiempo gracias a las campañas de prevención. Al igual que con los canes, una vez incubado en los humanos el virus de la rabia es letal, razón por la que siempre que una persona sufre una mordedura es vacunada inmediatamente.
Afortunadamente, las campañas antirrábicas han tenido mucho éxito y han ayudado a erradicar esta enfermedad en los animales domésticos y, por consiguiente, en los humanos. Sin embargo algunos animales silvestres como los murciélagos y las ratas, entre otros roedores, aún pueden transmitirlas.
ZOONOSIS MÁS COMUNES
Las zoonosis pueden ser provocadas por distintos agentes: parásitos, virus, bacterias y hongos, y aunque cada una de ellas tiene una sintomatología muy específica, se puede decir que entre las afecciones más comunes que ocasionan están los dolores estomacales, problemas diarreicos y afecciones cutáneas. Algunas más graves pueden causar meningitis o atacar órganos como los pulmones, los riñones e incluso dañar irreversiblemente al feto, en el caso de mujeres embarazadas.
Además de las zoonosis, el contacto con animales también puede desencadenar reacciones alérgicas en el ser humano y empeorar el estado de padecimientos como asma. Esto se debe a que algunas de las partículas depositadas en el pelo de gatos, perros, roedores y caballos, el plumaje de algunas aves o las escamas de los reptiles son reconocidas erróneamente como peligrosas por el sistema de defensas del ser humano y estimulan una reacción de defensa exagerada.
Son comunes, entonces, problemas como urticaria, enrojecimiento cutáneo, ojos llorosos, goteo y obstrucción nasal, estornudos, comezón en la nariz, mareo, náuseas, dificultad respiratoria y dolor de cabeza. Todos estos síntomas pueden ser controlados con antihistamínicos y evitando la sustancia que desencadena la alergia. Si el problema se debe a la presencia de una mascota, dependerá del médico y del paciente la decisión de permanecer con el animal o buscarle un nuevo hogar.
Los niños son quizá los más propensos a contagiarse de las diferentes enfermedades de los animales, y eso no se debe a que su organismo sea más débil, sino simplemente a que tienen un contacto más directo con los animales, les toman el hocico y en ocasiones sufren ligeros rasguños y mordidas.
Sus hábitos de juego también conllevan un riesgo, ya que por lo general involucran manipulación de tierra en suelos contaminados como parques públicos, donde muchos amos, irresponsablemente, acostumbran llevar a sus perros a defecar.
PREVENCIÓN LA SOLUCIÓN
Se acostumbra atacar el problema, no evitarlo, esa suele ser la cultura en México, pero ¿qué pasaría si se fuera al origen del problema y no a la consecuencia?
Una solución muy sencilla para erradicar los parásitos de las mascotas es desparasitarlas dos veces al año. Ya sea por pereza, decidia o desconocimiento, muchos subestiman el gran poder preventivo de esta sencilla acción que brinda protección a los animales y a sus amos al mismo tiempo.
La importancia de la prevención es tal que incluso existen diversas organizaciones que promueven la desparasitación de los animales, para lo que crean campañas de información y regalan el medicamento a cualquiera que se acerque.
Otras recomendaciones básicas que contribuyen a evitar que los parásitos se propaguen en el hogar son:
Lavarse las manos con agua tibia y jabón después de tener contacto con la mascota.
Limpiar las heces fecales de las mascotas en el hogar y en lugares públicos, utilizando guantes para ello, y lavarse las manos una vez concluida la tarea.
Revisar períodicamente a la mascota y cumplir adecuadamente con el programa de desparasitación que el veterinario indique.
Desparasitar a los miembros de la familia.
Siguiendo estas medidas ya sólo queda disfrutar el tiempo con su mascota, y dejar de temerle a los parásitos que ya no tendrán en donde anidar su progenie.