El solo hecho de entrar a un estudio de televisión es vivir una experiencia inolvidable. Penetrar en ese mundo de sueños, de tecnología y de locura, andar entre cables, potentes reflectores, sofisticados aparatos y gente que se mueve y posa y grita, es algo fascinante.
¡Vamos al aire! Vocifera el floor mánager, o sea, el coordinador de piso que parece astronauta con sus audífonos y su montón de cables y que cuenta al revés cinco, cuatro, tres, dos, uno y cue… El cue (se pronuncia quiu) es la señal que se le da a los actores o conductores del show para que empiecen a vivir ante las cámaras las historias, reales o ficticias, que está esperando la tele audiencia.
Hay una "parrilla" llena de luces potentes que iluminan una salita donde una conductora con abundante maquillaje entrevista a un joven cantante que parece filósofo por lo que dice acerca de la vida en familia, pero que en realidad es un cuate que tiene "hijos regados por aquí y por allá".
La salita en donde aparecen entrevistado y entrevistadora en realidad es una escenografía de tablas y cartones pintados y por un ventanal se alcanza a ver una gran metrópoli de noche, pero en realidad es otro cartón con agujeritos y un reflector atrás que tiene como objetivo simular las luces de la ciudad.
Es que en la televisión todo (o casi todo) es falso o quizá debo decir que más que falso es simulado. Lo único que importa es como se ve en la pantalla de la tele audiencia que disfruta soñando con el artista o con la historia que se cuenta.
El conductor de noticieros parece estar muy tranquilo o por lo menos muy ecuánime diciendo las noticias del momento, pero el tele público no sabe que tiene un "chícharo" (pequeño audífono) ensartado en la oreja por donde le están dando una serie infinita de órdenes y señales: Manda a corte, vamos a enlace con el reportero y un montón de cosas más.
Además, las noticias que parece que las dice de memoria, en realidad las está leyendo en el tele prompter, un aparato que tiene un espejo puesto al frente del lente de la cámara donde van pasando las notas escritas por los redactores. Así se evita que el conductor lea las noticias como le hacía antes de que se inventara este aparato. El riesgo es que de repente el "prompter" se atora y el conductor tiene qué improvisar o de plano leer las hojas que tiene como protección para esos casos.
El hecho es que cuando usted se sienta tranquilamente a ver la tele, no se imagina la cantidad de gente que anda como loca haciendo trabajos a veces raros o estrambóticos para llevarle esas noticias o esas historias hasta la comodidad de su hogar.
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PREGUNTA DEL PÚBLICO:
José Abraham Fernández. ¿Es correcto llamarle onomástico al día del cumpleaños?
RESPUESTA:
La palabra onomástico se refiere al nombre de la persona. El onomástico de una persona es el día de su santo.
Me retiro con esta reflexión. Los vientos siempre están a favor del navegante más capacitado. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.