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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Es tiempo de nostalgia

Juan Recaredo

Ya se acerca la temporada navideña, y para algunos, como el que esto escribe, la Navidad es nostalgia. Llegan las fiestas decembrinas y empiezan a fluir los recuerdos después de cinco, seis o más décadas.

Desde unos días antes, empezaba el rito de la elaboración de los tamales. La mamá, algunas tías, una "hermana de crianza" y alguna vecina que se agregaba de buena voluntad, comandadas por la abuela que era la que tenía la experiencia total, empezaban por poner a remojar las hojas de mazorca para que adquirieran flexibilidad y así poder cortarlas y luego envolver el tamal adecuadamente.

Luego, había que poner el maíz a hervir con agua cal para hacer el nixtamal, o sea, el maíz suavizado para llevarlo al molino y con ello hacer la masa. Como eran cantidades enormes, no era fácil el trabajo de amasarlo. Simultáneamente, había que poner a cocer la cabeza de puerco, los frijoles, cocinar, agregar condimentos, embarrar las hojas e ir poniendo los tamales ya envueltitos con un orden casi geométrico, en un enorme cazo de cobre para cocerlos.

Aparte de los tamales, había que realizar mil preparativos, porque la "acostada del niño" era todo un ritual que empezaba por rezar al rosario, con los cánticos entre un misterio y otro: vamos pastores vamos, vamos a Belén, a ver en ese niño la gloria del Edén…

Había una comadre, la madrina "de la acostada del Niño", que sabía como ochocientos villancicos: Ese precioso niño, yo me muero por Él, sus ojitos me encantan, su boquita también…

Luego, vamos todos a pedir posada: Había "los de afuera" que pedían alojamiento y "los de adentro" que crueles, lo negaban: eeeen el nombre del cielo ooos pido posaaaada pues no puede andaaaar, mi esposa amaaaaadaaaa… Aaaaquí no es mesóóón, sigan adelaaaante, yo no pueeedo abrir, noooo sea algúúún tunaaaaanteee.

Y allá vamos todos con una velita encendida, cantando y leyendo en una hoja cada verso y cada estrofa hasta que por fin ¡entren santos peeregrinos, peeeregrinos, reciban este rincón, que aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón… Luego venía la adoración del Niño y más villancicos: Arre borriquito, arre burro arre, anda más de prisa que llegamos tarde…

Ahora, ¡a romper la piñata!, donde nunca faltaba un descalabrado al que le dieron con el palo, los dulces, los buñuelos, los juegos de salón, e incluso alguna pastorela donde Lucifer y San Miguel se agarraban a espadazos: Vámonos de aquí Luzbel, vuelve a tu cueva maldita, que en esta noche bendita te ha vuelto a vencer ¡Miguel!

Y "el malo" se iba derrotado ahora sí que con la cola entre las patas: Triunfaste, Miguel triunfaste, guarda ya tu larga espada. Al cabo ya me fregaste, ya me voy a la… tiznada.

¡Qué tiempos aquéllos!

Escríbale a Don Juan Recaredo:

La dirección de su correo electrónico es comodijo2@hotmail.com

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Abiel Arévalo: ¿Cómo es correcto decir "haber el circo" o "a ver el circo"?

RESPUESTA:

En ese caso se trata de ver, observar o mirar, por lo tanto, lo correcto es "a ver el circo".

Me retiro con esta reflexión: Si respetas tu trabajo, éste pronto te devolverá el favor. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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