Los analistas de la Secretaría de Hacienda trabajan horas extra; pasarán las santas vacaciones y meses por venir arrastrando el lápiz. Revisar en qué y cómo se gastará cada peso del presupuesto de gastos federales para el año entrante resultará tarea maratónica difícil de planear, compleja de elaborar y complicada de ejecutar; prácticamente una misión imposible, según expertos.
La cochina realidad pone al gobierno a parir cuates… no hay de otra.
Con el barril de crudo a 50 dólares -si bien nos va- las cuentas no cuadran, menos sin el escudo de las coberturas petroleras.
Diseñar un presupuesto austero -ajustado a la cruda realidad- es el último recurso ante los inminentes tiempos de "vacas flacas".
Serán revisados con lupa 889 programas gubernamentales opacos o duplicados, de impacto regresivo, que no identifican a la población beneficiaria y por tanto no cumplen sus propósitos; la reingeniería del gasto público implica abatir el despilfarro y la asignación de recursos a "ciegas".
El subsecretario de Egresos, Fernando Galindo Favela, es tajante: "toda la grasa sobrante en el cuerpo de la burocracia nacional será eliminada".
La liposucción implica dejar de gastar en "estímulos" a servidores públicos, mocharle a los servicios personales de los altos funcionarios… y meter tijera a miles y miles de cargos burocráticos.
La reducción presupuestal para 2016 será de 135 mil millones de pesos -alrededor del 1 % del PIB-.
Sin embargo, el alcance de la estrategia hacendaria queda limitado por una gran cantidad de rubros financieros y legales ineludibles; pago de salarios, pensiones, jubilaciones e intereses de la deuda, por ejemplo. A todo esto sume la negociación con los actores políticos; una cosa es borrón y cuenta nueva y otra negociar con legisladores, gobernadores, partidos políticos o sindicatos, siempre hambrientos de recursos.
Luis Videgaray prevé inevitables resistencias. ¿Usted no?
EL MONJE LOCO
Encuestas muestran que sólo 3 de cada 10 mexicanos aprueban la labor del Presidente de la República. Para Los Pinos es pésima noticia, para el PRI, todo lo contrario; si ese 30 % de los ciudadanos vota por el tricolor, basta y sobra para mantenerse como la mayor minoría dominante en el Congreso -con su endeudada rémora verde y otros parásitos, claro-.
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