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Los azarosos caminos del comercio mundial

JULIO FAESLER

Esta semana podría darse un paso importante hacia la redefinición del comercio mundial. Si los congresistas norteamericanos autorizan al presidente Obama la vía rápida legislativa para la aprobación de las negociaciones comerciales, habrán abierto la compuerta que bloqueaba el camino hacia el Tratado Transpacífico (TPP), una de las metas políticas más ansiadas en la agenda del presidente norteamericano.

El TPP conformaría un inmenso espacio económico. Con sus 12 miembros y 800 millones de habitantes que suman el 40 % del PIB mundial, equivalente a más del 40 % del comercio mundial dentro del que cabrían, al menos teóricamente, nuestras exportaciones.

De no aprobar el Congreso norteamericano dar la facilidad solicitada por el Ejecutivo para la aprobación y entrada en vigor de los acuerdos internacionales de alto contenido comercial, que se negocien con países extranjeros, los intercambios seguirán regidos por el actual modelo de acuerdos bilaterales y, si mucho, algunos de tipo regional.

Las negociaciones que Estados Unidos está librando con los eventuales miembros del TPP se estrellarán contra el bloqueo del Senado de la misma forma como sucedió con el caso de la Liga de las Naciones en 1919. La tradicional resistencia del Partido Republicano en el Congreso a los acuerdos internacionales es ya conocida. Han sido muchos los casos en que eso ha operado. El sueño de grandes espacios, libres de trabas de todo tipo no sólo comerciales se habrá trabado.

Si el tema es complejo en cuanto a lo político, lo es aún más si se le contempla desde la perspectiva de instrumento de desarrollo como se le suele defender. La formalización del TPP no asegura el paso hacia un nuevo mundo de justicia en los intercambios económicos mundiales. Ni es éste tampoco su verdadero objetivo. Este gigantesco acuerdo es un tiro en la oscuridad de efectos imprecisos donde el único fin claro es buscar claridad y seguridad en la realización de los negocios, independientemente del bienestar social que de él pueda desprenderse. El combate a la corrupción que se ha adueñado de las operaciones económicas de toda índole solo se concibe como un imperativo resultante.

Las grandes áreas que se diseñan para crear espacios de comercio libre de aranceles o de obstáculos administrativos, se han vuelto una meta recientemente. Son la nueva versión de los antiguos imperios que traspasaban las fronteras en el siglo XIX y XX para así sujetar los países miembros a nuevas hegemonías.

Los acuerdos bilaterales, junto a la cláusula de nación más favorecida que los sostenían, han caído en desuso. Al requerir ampliar mercados y extender facilidades financieras los acuerdos bilaterales se convirtieron en las piezas con que armar espacios más grandes, pero sin cambiar sustancialmente las reglas.

El TLCAN firmado en 1994 es de este tipo, limitado a cuestiones comerciales. Poco podía ofrecer en materia de solucionar los problemas más centrales del bienestar, de justicia o de los derechos humanos, asuntos que ahora obligan la atención de muchos gobiernos.

En el transcurso de más de dos decenios el TLCAN ha dejado bien clara su insuficiencia. Ni se han resuelto ciertas cuestiones como las migratorias, ni la seguridad en los negocios, y mucho menos el que haya sido un motor para aumentar el ritmo de crecimiento.

Pese a que el promedio de las exportaciones mexicanas ha aumentado en más del 10 % anual, el aumento del PIB no ha llegado siquiera al 3 %. La dependencia alimentaria de México ha aumentado en los últimos años y el déficit agroalimentario ha aumentado 2.5 a 4,00 millones de dólares anuales. La participación de la región TLC en el comercio mundial, de 17.93 billones de dólares, ha bajado a 19 % en 2000 y a 13 % hoy día.

No ha habido un encadenamiento de la IED que ha llegado a ser de 25,000 millones de dólares promedio anual. Mucho del crecimiento que se ha logrado salvar se ha ido simplemente a aumentar la planta industrial que sostiene a miles de maquiladoras. El aumento del PIB ha sido bajo en México. Las inversiones norteamericanas en México han llegado a más de 91,400'USD en 2013 una buena parte de ellas en industrias, como la automotriz y de ensamble.

En los últimos diez años, sin embargo, la composición extranjera de las exportaciones mexicanas ha crecido de 73 % a 75 % entre 1993 a 2013. Otra faceta ha sido que México se ha vuelto exportador de capitales habiendo invertido en el exterior 25,000' USD en 2013.

El proyectado Tratado Transpacífico en el que los Estados Unidos cifra buena parte de su estrategia para contrarrestar la creciente hegemonía china en el mundo, es un asunto de hondas implicaciones que deben ser cuidadosamente estudiadas por nuestros legisladores y empresarios antes de aprobarlo.

Si los congresistas del país más desarrollado del mundo tienen dudas respecto a la respuesta que el TLC ofrece a muchos problemas de actualidad, con cuanta mayor razón las debemos tener nosotros como país de economía "emergente" que, al anexarse al TPP, un esquema, diseñado a la conveniencia del socio más poderoso del TLC, representa la inevitable perspectiva de confirmar nuestra dependencia.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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