Los guantes del amor
Los cirujanos de antes no comprendían la importancia de la higiene y protección al operar a un paciente, ya que trabajaban con las manos desnudas y a veces se protegían con delantales similares a los que utilizan los carniceros.
Después llegaron al mercado los guantes quirúrgicos, los cuales son productos de protección personal al igual que las batas, las mascarillas y las cubiertas para cabeza y zapatos. Estos crean una barrera entre los microbios y las manos para disminuir probabilidades de contraer una enfermedad venérea. Pero, ¿quién pensaría que el descubrimiento de los también llamados ‘guantes de seguridad’ fue el resultado de un invento realizado por amor?
Bien dicen que una persona enamorada puede lograr hasta lo imposible, y en 1890 lo comprobó el cirujano William Steward Halsted al preocuparse por la salud de su novia y enfermera Carolina Hampton. Ambos trabajaban en el quirófano del hospital John Hopkins ubicado en Baltimore, Maryland, pero un día Carolina quedó incapacitada debido a un eccema (enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas rojas acompañadas de picor intenso) producido por una solución de bicloruro de mercurio que se utilizaba para esterilizar a los instrumentos quirúrgicos.
William, como todo un caballero, diseñó unos guantes de goma lo bastante finos para que su mujer evitara algún contacto con esa sustancia. Posteriormente la piel de Carolina se curó y al poco tiempo se casaron para formar una familia con numerosos hijos.
Para finales de 1894, se les impuso a los médicos cirujanos y al personal de enfermería de todos los hospitales la regla de portar guantes quirúrgicos. Actualmente, esta decisión representa un gran proceso en la asepsia quirúrgica porque garantiza una elevada seguridad al paciente y al médico cirujano.
¡Mucha atención!
Utilizar guantes de seguridad es el método de protección que previene la contaminación de las manos cuando existe contacto con sangre, fluidos corporales, secreciones, membranas mucosas y piel no intacta de los pacientes. Es por ello que la siguientes recomendaciones son indispensables al momento de utilizarlos:
1. Antes de ponerte el guante, lava tus manos y quita las joyas que lo puedan romper. Lleva las uñas cortas y no uses uñas artificiales cuando se trabaja en unidades de alto riesgo.
2. Después del uso de guantes vuelve a lavarte las manos con un detergente suave y sécate con toalla o papel desechable, nunca con aire caliente.
3. Evita el uso de guantes durante tiempo prolongado ya que esto causa sudoración y maceración de la piel, pudiendo provocar lesiones, incluso en la piel sana.
4. Cuando se realizan técnicas invasivas que entrañan alto riesgo de infección por punción o corte, utiliza doble guante, este reduce el riesgo de perforación a un tercio con respecto al guante simple. 5. Para conservar la integridad del guante, no los almacenes a altas temperaturas ni en presencia de radiaciones, evita el uso de cremas de base hidrocarbonada u oleica (incompatibles con el látex) y no los reutilices cuando estén indicados para un solo uso.
Utilizar guantes en el hospital ayuda a prevenir la propagación de microbios. Esto sirve para proteger de infecciones tanto a los pacientes como a los trabajadores de la salud.
Fuentes: blogs.20minutos.es/; www.webconsultas.com/; /blog.furelos.com/; www.nlm.nih.gov
La mejor opción
La clave de seleccionar un guante apropiado es el tamaño, así que asegúrate de escoger el correcto para obtener un buen ajuste en tus manos y evitar algún accidente:
Si son demasiado grandes, es difícil sostener objetos y los microbios se penetran muy rápido dentro de tus manos.
Si son demasiado pequeños, hay más probabilidad de que se rasgue y contraer alguna infección.